Arde Sao Paulo: El Fantasma De La Política En La Bienal

Amigos de Esfera Pública,

Les hago llegar una actualización de listado de adhesiones al primer documento colectivo que se ha emitido a propósito del intento de cancelación de la obra de Roberto Jacoby en la Bienal de San Pablo a cargo de la dirección de la Bienal –

les recuerdo que pueden enviar sus adhesiones y comentarios a: «el alma nunca piensa sin imagen» <elalmanuncapiensasinimagen@gmail.com>, que es también la dirección donde contactar con la brigada argentina por dilma para cualquier solicitud de información, imágenes, discusión, etc.
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Marcelo Expósito
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Arde Sao Paulo: el fantasma de la política en la Bienal

«La 29º Bienal de San Pablo está anclada en la idea de que es imposible separar el arte de la política». A tenor de lo sucedido en las últimas 48 horas, hay serios motivos para dudar de la honestidad de esta declaración.

La obra de la Bienal de San Paulo que promete ser la más interesante no ha sido realizada por ningún artista, sino por la propia institución cuando ordenó cubrir unos imponentes paneles con papel de embalar, para impedir que puedan verse dos ampliaciones fotográficas: el rostro amistoso y atractivo de Dilma Rousseff frente al gesto agrio de José Serra, su opositor socialdemócrata en las elecciones a la presidencia de Brasil.

La obra propuesta por el argentino Roberto Jacoby ha consistido en socializar su espacio para que sea gestionado por una Brigada Argentina por Dilma que se dispuso a diseminar abiertamente propaganda favorable a la candidata del Partido de los Trabajadores en sucesión de Lula, apostando a ser parte del momento histórico excepcional de unidad, solidaridad, redistribución y democracia que se abre en América Latina.

De acuerdo con la —poco convincente— justificación hasta ahora emitida por la Fundación Bienal de San Pablo, un informe de la Procuraduría Electoral General habría decretado que la obra incurre en un «delito electoral» por quebrantar la Ley que impide la «vehiculación de propaganda de cualquier naturaleza» en espacios cuyo uso dependa de los poderes públicos. Sin embargo fue la propia Bienal la que concurrió a sede judicial para denunciar la obra que habían invitado.

Uno de los curadores de la Bienal, Agnaldo Farias, ha declarado a la prensa que «no podemos contestar la decisión de la justicia, porque corremos incluso el riesgo de que nos lleven presos. Si hubiésemos conocido de antemano que se trataba de Dilma, sabedores de que habría habido problemas, hubiéramos avisado al artista». El argumento de los curadores de que habrían “sido sorprendidos” por el desarrollo de la pieza no se sostiene, ya que la misma fotografía censurada figura tanto en el catálogo de la Bienal como en su sitio web.

A esta afirmación pusilánime no se puede sino responder con una pregunta: ¿qué piensa que convoca un curador de arte establecido cuando invoca la palabra «política»? Más allá de este caso puntual, no son infrecuentes las propuestas curatoriales que apelan a la relación “arte y política” para exhibir cementerios documentales o retratos de pobres o raros distantes. Esta obra política de Jacoby se opone eficazmente a esta despotenciación del arte político que ejerce actualmente el mainstream institucional.

Pero ¿qué sucede cuando un artista se toma en serio la necesidad de convertir un espacio artístico en un espacio público, para producir confrontación política —y no falso consenso— en tiempo real y en el mismo vientre del sistema del arte? El alma nunca piensa sin imagen —que así se titula la obra— consiste en algo más que la propaganda electoral favorable a Dilma: el espacio de la muestra asignado a Jacoby se transformó además en una máquina de producir antagonismo entre opiniones diversas, tomando partido e imponiendo al establishment artístico implicarse en una discusión sobre el hecho constatable de que, en un espacio geopolítico como América latina, existe hoy más experimentación, más creatividad y —en definitiva— más esperanza en el área de la política y de lo político —desde las estructuras institucionales hasta el campo de los movimientos sociales— que en el sistema del arte contemporáneo.

Jacoby participa en la Bienal por partida doble, pues integró asimismo el colectivo de artistas, sociólogos, militantes de varias ciudades que en 1968 produjo la histórica Tucumán Arde, documentada erróneamente —y se trata de un síntoma grave y elocuente— en el web de la Bienal como una obra del Grupo de Arte de Vanguardia rosarino. Ésta fue clausurada en la central obrera en Buenos Aires, bajo presiones militares durante la dictadura del general Onganía: su provocación consistía en desbordar el sistema del arte para abrazar el movimiento de protesta social en contra del sistema  vigente. A la inversa, El alma nunca piensa sin imagen parece haber sido censurada por instalar en el centro del sistema del arte una actividad a favor de un proceso extraartístico que sucede en la institución política. La Brigada Argentina por Dilma nos lo expone como algo mucho más real —porque resulta más imperfecto y complejo al fin— que la pulcritud inmaculada con que habitualmente brilla la palabra «política» en los textos curatoriales.

Buenos Aires/San Pablo, 23 de septiembre de 2010

Brigada Argentina por Dilma:  Adriana Minoliti, Alejandro Ros, Ana Longoni, Alina  Perkins, Cecilia Sainz, Cecilia Szalkowicz, Daniel Joglar, Fernanda Laguna, Francisco Garamona, Florencia Hipolitti, Paula Bugni, Hernán Paganini, Javier Barilaro, José Fernández Vega, Julia Ramírez, Kiwi Sainz, Laura Escobar, Lidia Aufgang, Lucas Rubinich, Mariano Andrade, Mariela Scafati, Mariela Bond, María Granillo, Nacho Marciano, Roberto Jacoby, Santiago Villanueva, Syd Krochmalny, Tomás Espina, Víctor Florido, Victoria Colmegna.

Adhesiones (al 25/9/2010):

Marcelo Expósito (Barcelona/Buenos Aires).

Gachi Hasper (Buenos Aires)

Diana Aisenberg (Buenos Aires)

Cecilia Sainz (Buenos Aires)

Federico Geller (Buenos Aires)

Helena Chávez (México)

Fernanda Nogueira (Sao Paulo)

Miguel López (Lima)

Francisco Reyes Palma (México)

Marina de Caro (Buenos Aires)

Octaviano Moniz Barreto (Bahia)

Damián Ríos

Inés Patricio (Rio de Janeiro)

Hugo Salas

Guadalupe Maradei (Buenos Aires)

Federico Brollo (Buenos Aires)

Hugo Vidal (Buenos Aires)

Leo Ramos (Resistencia)

Ramiro Larraín (Buenos Aires)

Inés Martino (Rosario)

Compartiendo Capital (Rosario)

David Gutiérrez Castañeda (México/Bogotá)

Hernán Rodolfo Ulm (Argentina)

Beba Eguía (Buenos Aires)

Ricardo Piglia (Buenos Aires)

Mariana Serbent (Mendoza)

Laura García Hernàndez

Magdalena Jitrik (Buenos Aires)

José Curia

Leandro Katz (Buenos Aires)

Adrián Pérez (Buenos Aires)

Eduardo Grüner (Buenos Aires)

Carolina Senmartín (Còrdoba)

Mariana Botey (México)

Carlos Aranda (México)

Daniel Duchowney (Argentina)

Aldo Ambrozio (Brasil)

Carlos Banzi (Argentina)

José Luis Meirás (Buenos Aires)

Gabriela Nouzeilles (Princeton)

Lía  Colombino (Asunción)

Museo del Barro (Asunción)

Taller Crìtica (Asunción)

Fernando Davis (Buenos Aires)

William López (Bogotá)

José Ignacio Otero (Buenos Aires)

Leonardo Retamoso Palma (Santa María)

Emilio Tarazona (Lima)

Ricardo Resende (Sao Paulo)

María Cristina Pérez (Rosario)

Gustavo López (Bahía Blanca)

Marcelo Diaz (Argentina)

José Luis Tuñón (Comodoro Rivadavia)

Carlos Dias (Brasil)

Claudia del Río (Argentina)

Juan Manuel Burgos (Còrdoba)

Marcos Ferreira de Paula (Sao Paulo)

Amalia Gieschen (Argentina)

Cristina Freire (Sao Paulo)

Suely Rolnik (Sao Paulo)

Cristina Ribas (Rio de Janeiro)

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Para adherir, envíe su nombre a > elalmanuncapiensasinimagen@gmail.com


14 comentarios on “Arde Sao Paulo: El Fantasma De La Política En La Bienal”

  1. Johanna Olea dice:

    Bogota, Colombia.

  2. Cuando la justicia media ante el arte, nada qué hacer… entiendo tu enfado estimado Expósito y lo comparto, sin embargo más que condenar a los curadores de la Bienal hay que preguntarnos, ¿por qué la justicia media en estos asuntos? ¿Estas imágenes tocan y cuestionan la realidad de manera contundente llevándolas al silencio? Lejos de hacer una apología de la censura, me parece importante pensar y tener en cuenta el impacto que logran estas obras en su entorno… con un mínimo de tiempo de exhibición. La obra del brasilero Gil Vicente (Enemigos) donde se veía el asesinato de George Bush, el Papa y Lula Da Silva entre otros, también fue censurada por la justicia, no propiamente por los organizadores de la Bienal, pues estos últimos si habían aceptado su realización, tal y como sucedió con la obra de Jacoby. Sin embargo las imágenes que circulan por los medios de televisor donde se muestran asesinatos, y hasta el cansancio figuras políticas no tienen ningún tipo de censura… ¿Quién o quiénes le teme al poder de la imagen? ¿Por qué unos simples dibujos en el caso de Vicente, son tomados como una “apología del crimen”? ¿Existe en verdad un límite que el arte no puede desbodar?

    Página de Gil Vicente:
    http://elmuertoquehabla.blogspot.com/2010/09/gil-vicente-serie-enemigos.html

    El poder de la Imagen la Imagen del poder:

    El poder de la Imagen y la imagen del Poder

  3. Es una lástima que hablemos de arte Político cuando estamos presionados por las instituciones culturales, las bienales y los apoyos que nos condicionan a tener un lenguaje discreto y a que la verdadera libertad y democracia sea coaptada por intereses sociales y políticos que afrontan las instituciones donde circula el arte.

    Somos seres políticos ya que vivimos en la polis, somos seres que dependemos de las relaciones sociales que inevitablemente afectan nuestro existir y nuestra producción. Quien tiene la autoridad moral, social o política para vetar al otro. Qué libertad hay en bienales donde lo político, donde la resistencia y la reflexión social están condicionados a esos importantes curadores que envían a sus artistas pero no los defienden ni apoyan.

    Es vergonzoso una vez más encontrarnos con la Prohibición de propuestas que despiertan en el poder MIEDO hasta el punto de negarles su difusión y confrontación; esto demuestra una vez más el poder que tiene el arte en la reivindicación social, en el señalamiento, en la crítica de nuestro entorno y de nuestra existencia. Esto confirma que tan política puede llegar a ser una propuesta y como estas hacen tambalear al establecimiento.

    Yo Prohibo ¨El Veto en las Artes¨ http://esferapublica.org/nfblog/?p=10432

    Fernando Pertuz

  4. http://player.vimeo.com/video/15096614Brigada Internacional Argentina from Syd Krochmalny on Vimeo.

    El video censurado en «El alma nunca piensa sin imagen» 29 San Paulo

    Y el proyecto propuesto por Roberto Jacoby -Brigada Internacional Argentina- para la Bienal:

    Proyecto General
    Oficina de campaña en apoyo de Dilma Rousseff

    Instalación de una oficina de campaña en favor de Dilma Rousseff en la Bienal de Sao Paulo, por las elecciones presidenciales de Brasil el 3 de octubre de 2010.

    Todo el espacio (unos 130 metros cuadrados) estará cubierto con afiches de la campaña del PT, banderas, carteles, volantes, camisetas, pins y pasacalles.

    Habrá un escenario con micrófono y parlantes, donde se harán conferencias, palestras y el público de la Bienal podrá hablar libremente.

    Se proyectará un video de Spots de opiniones a favor de la candidatura de Dilma Rousseff.

    Se instalarán computadoras con wifi, impresoras, mesas de serigrafía, máquinas para fabricar pins, se producirán afiches, volantes, camisetas, jingles, y se registrará las opinones del público en diversos formatos. El público también podrá escribir cartas con sus opiniones y pegarlas en las paredes.

    La Brigada Internacional Argentina de apoyo a Dilma viajará a Brasil y realizará talleres, paneles y actividades diversas durante el 20 y el 26 de Septiembre.

    Se invita a artistas, intelectuales y activistas para el desarrollo de estas actividades hasta el 12 de Diciembre.

    Roberto Jacoby

  5. Un destino sudamericano

    Esta semana comenzó la Bienal de Sao Paulo, y entre los múltiples invitados se cuenta un contingente argentino liderado por Roberto Jacoby y nucleado bajo el nombre Brigada Internacional Argentina de Apoyo a Dilma Rousseff. Su objetivo es llevar la campaña de las inminentes elecciones brasileñas, y su importancia para todo el proyecto político de la región, a una clase social y a una ciudad reactiva al PT de Lula y a su candidata. Y hacerlo con toda la artillería artística posible, para desenmascarar las estrategias vacías de la derecha y torcer todas las voluntades de voto posible.

    ¿Saben que hay elecciones el 3 de octubre en Brasil? Con esa pregunta comienza un cuestionario en video a artistas, estudiantes, militantes y transeúntes realizado en Buenos Aires como parte de los planes de la Brigada Internacional Argentina de Apoyo a Dilma Rousseff, la asociación ideada por Roberto Jacoby (de la que participan una veintena de artistas e intelectuales) que fue invitada a la 29ª edición de la Bienal de San Pablo que inaugura esta semana. Aunque la pregunta es obvia para un lector de diarios, para muchos artistas e intelectuales fue sorpresiva: muchos no sabían que las elecciones están tan cerca, otros desconocían el estado de la campaña. A algunos (no pocos) el tema no les importaba. El hecho mismo de que las elecciones en Brasil aparezcan en la sección internacional de los medios garantiza que tengan una visibilidad relativa mucho menor que temáticas de coyuntura más intensas como la de las salideras bancarias. Sin embargo, lo que se juega en las próximas elecciones no es poco. No sólo por la polarización existente entre Rousseff y Serra, el candidato del PSDB, sino por el impacto que el resultado puede tener en el subcontinente considerado en conjunto. Según dice el sociólogo Syd Krochmalny, autor de las entrevistas en video, “el proyecto para la Bienal se inscribe en la idea de que en Latinoamérica hay un equilibrio hegemónico que por primera vez está siendo cuestionado por los mismos políticos que fueron perseguidos en la época del Plan Cóndor, como Lula, Mujica o Lugo. Y Brasil es central porque, en esta coyuntura, es una potencia mundial. El tema es ser conscientes de que, a la vez, existe un gran desconocimiento sobre esto”. El hecho de que sean artistas argentinos quienes trabajen con esta cuestión en San Pablo tiene así un ángulo estrictamente estratégico; en palabras de Roberto Jacoby, “esta elección es absolutamente decisiva para nuestras vidas: si Brasil cae en manos de la derecha (o sea, Serra), chau América latina, chau Argentina. El futuro quedará para más adelante”.

    ¿Pero cómo aludir al tema en una Bienal sin quedar preso de un aparato de espectacularización de lo político, de la percepción de un guiño irónico o de una enésima implementación de la fórmula “la exhibición como algo distinto”? El nombre oficial del proyecto, El alma no piensa sin imagen, alude precisamente a las relaciones entre imagen, representación y política, un tema querido de muchas bienales (desde la Documenta de 1998 en adelante, al menos) pero que, sin embargo, pocas veces es utilizado en función de cuestiones que generen discusión real o que canalicen el antagonismo político de una sociedad: la mayor parte de las veces da la sensación de que el arte de temática política que circula por las bienales está concebido de forma de no producir disensos, en cuanto solamente exige reacciones mínimas frente a sucesos o problemáticas suficientemente preocupantes como para que cualquier persona se sienta dueña de una opinión confortable o parte de un consenso. (En gran medida, este diagnóstico es transitivo al arte político local que vio la luz con 2001, con el 50 por ciento de la población bajo la línea de pobreza y los depósitos bancarios incautados: ¿quién iba a estar en contra del cacerolazo?) En cambio, la posibilidad de continuidad del proyecto iniciado por Lula en un país determinante de la realidad latinoamericana y global no genera tantas sonrisas en la ciudad de San Pablo, un bastión tradicional de la derecha brasileña, ni tampoco en el mercado del arte, precisamente. Para eso, la Brigada escogió una solución drástica: instalar en las salas de Ibirapuera una unidad básica de apoyo al PT, con afiches, material de campaña, un escenario y equipamiento para realizar conferencias y talleres. La idea es tomarle el pulso simultáneamente a la campaña y al modo en que es recibida y reproducida por la comunidad artística.

    “Cuando me invitaron a participar –cuenta Jacoby, en una cena con todos los participantes de Brigada–, pensé: ¿qué sería realmente político en una Bienal en este momento? Y no hay nada más político que unas elecciones. En ese momento, Dilma todavía no estaba bien en las encuestas, por eso me pareció importante hacer un trabajo que interviniera realmente en lo inmediato, que no fuera ideológico y de denuncia, que no tuviera la cosa típica del arte político. El objetivo del trabajo no es denunciar nada sino modificar el voto.” El proyecto está concebido de tal modo que pueda alimentarse del momento y el medio circundante (la Bienal, la ciudad, la discusión pública) y a la vez utilizarla como un espacio de diseminación de ideas. Los talleres de serigrafía, la redacción de afiches y volantes, entre otras actividades, permitirán inundar la Bienal de material de campaña, al tiempo que políticos, escritores e investigadores serán invitados a dar conferencias. El micrófono permanecerá abierto para cualquiera que quiera opinar en cualquier sentido, y las opiniones del público también quedarán registradas en los videos de respuesta al cuestionario. Según Krochmalny, la idea no es que los videos funcionen como una medición sino como propaganda: “No es una encuesta sino un registro de opiniones. Se va a proyectar en el espacio lo que edite día a día y eso va a ir creciendo. Queremos que funcione como un spot de campaña, pero también para que mucha gente se dé cuenta del desconocimiento en el que están inmersos. Alguno puede hacerse el snob y jactarse de no conocer a Dilma, pero otros se dan cuenta de que no saben demasiado sobre un tema importante”.

    El proyecto funciona como una cadena comando abierta, donde todos colaboran y nutren las ideas de los demás en reuniones a menudo muy extensas, siempre con alguna comida y otras distracciones. En su formulación, El alma no piensa sin imagen es una obra extremadamente literal y despojada de ironías. Según Jacoby, “la acusación que va a recibir es que no tiene metáfora, aunque la gran metáfora es que trabaja sobre la idea de representación: la representación política, la representación artística o la representación de un tema en el sector de la clase media intelectual. Los objetivos del proyecto tienen que ver específicamente con trabajar con el sector social que va a las bienales. Porque (y es algo que ocurre en toda Latinoamérica) la clase media intelectual no suele sostener expresiones políticas como las de Dilma Rousseff, en este caso. Normalmente votan soluciones descomprometidas, casos ideales y no formas de poder real como las que suponen Kirchner o Lula. El tema es incidir sobre el sector que no es importante numéricamente, pero sí es importante en cuanto a la influencia de su palabra”.

    Es así que el proyecto hace hincapié en una cuestión importante, no sólo para la historia del arte activista sino para las sociedades latinoamericanas en conjunto: el rol de la imagen, en sentido amplio, como un conglomerado de mecanismos de comunicación y apoyo para generar y reproducir las condiciones de una política progresista con opciones de poder real. Muchas veces ocurre lo contrario: un enorme despliegue de imagen que no está sostenido por ningún proyecto, tal y como ocurrió con el debate sobre los agronegocios y la cuestión de la resolución 125, en 2008; o con el triunfo de la oposición en las elecciones legislativas de 2009. Según se vio en ambos casos, la imagen de un frente opositor victorioso fue correlativa a la ausencia cabal de un programa político o un mínimo curso de acción. Analizar las formas en que las imágenes pueden emplearse para construir significado político, de forma incluso ficticia, es parte de lo que busca también Cecilia Salkowicz, quien colabora con la realización de una gigantografía de las imágenes antagónicas de Rousseff y Serra, y viene investigando el tema con curiosidad. “Empecé a investigar hace cuánto viene apareciendo Dilma, qué fue pasando con su pelo y ese tipo de cosas. Ver cómo aparece la política en las imágenes, ver cómo alguien se quiere mostrar y cómo un peinado o un vestido puede comunicar una intención.”

    Los talleres, por su parte, van a reproducir las actividades con el público que hacen a la comunicación de las grandes articulaciones políticas con el día a día local de una comunidad, mediante actividades como clases de pintura (a cargo de Adriana Minoliti), un curso de magia de Daniel Joglar, etcétera. En este sentido, el proyecto supone una reivindicación de la acción creadora de institucionalidad de parte de artistas. Según Jacoby, “una biblioteca popular en un barrio, una unidad básica, un equipo de fútbol, una sociedad de fomento, un centro de estudios, son instituciones tanto como un museo. Y creemos que se pueden crear instituciones, que no es necesario subordinarse a las instituciones existentes. No somos revolucionarios porque no nos interesa cambiar la Constitución. La Constitución garantiza cosas como la participación de los trabajadores en la ganancia y en la dirección de las empresas. Solamente queremos que se cumpla”. Precisamente, para muchos de nosotros, lo que está en juego en las elecciones del 3 de octubre en Brasil es algo como lo que dice garantizar la Constitución de los Estados Unidos, en un lema que sirvió de inspiración para el trabajo de la Brigada: la obtención de la felicidad de todos los ciudadanos.

  6. La Obra de Arte cuyo criterio universal e independiente aspira «Socializar un espacio», promoverá condiciones, justamente sociales, que favorezcan en los hombres el desarrollo integral de su persona. ¿Será que aquella obra «EL ARTISTA ESTA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD» propuesta por Clemente Padín y presentada en la XVI Bienal de São Paulo, es demodé?

    Los debates propuestos y transformados en máquina de producir antagonismo entre opiniones diversas, son un producto que en forma gaseosa se desprende de una combustión incompleta. El verdadero debate, oculto en la confusión, es el de la LIBERTAD y LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES para ello, el aporte del pensamiento creativo debería ser emancipador en la sociedad. «La despotenciación del arte político que ejerce actualmente el mainstream institucional» la Libertad, el debate, el dialogo, el “arte y política” etc. serán reales y eficaces cuando consoliden sus bases en el bienestar general de los pueblos. Entonces, los discursos parciales de la gente culta, sensible y educada habrán devenido justicia social.

    El bienestar real de la gente es lo más importante, he allí el único debate.

  7. A mi me parece que la tal obra política es sólo política y nada de obra de arte. Ir a otro pais a apoyar una campaña de un candidato sabiendo que está fuera de la ley y promover una polémica sólo con fines de generar publicidad para el artista me parece profundamente deshonesto.

    La actitud de Roberto Jacoby y su colectivo es vergonzosa. Estuve e la Bienal estos dias y no me parece para nada lo que acabo de leer. Otro lobo haciendose de víctima.

    Y aclaremos que la propuesta de la obra es como mínimo ingenua. Dilma y el PT no son ningunos corderos ni la salvación latinoamericana, responden a intereses capitalistas bien claros y el populismo es su cara más visible.

    Si la ignorancia y el oportunismo son arte político, esa debe ser la mejor obra de la bienal 😉

  8. sergio dice:

    La verdadera obra está en la «censura». ¿Que hubiese quedado sin la censura? Esto ya lo hicieron Christo y Jeanne-Claude.. eso es arte político, o por lo menos un poco mas honesto.

    • Carolina Duarte dice:

      Si claro, como no. Una podría decir lo mismo cuando se silencia a un político por varios años (18) por hacer parte de la oposición, caso P. Córdoba en Colombia. Extender los límites de la obra a la censura me parece muy descabellado y sin sentido.

  9. Bienal de Sao Paulo: I started a joke

    Hay ilusiones e ilusionistas. Hay fábulas y confabuladores. Hay feligreses y desencantados. El común denominador es que todos reconocemos que hay algo llamado “arte” y otra cosa llamada “política”. También reconocemos las combinaciones y variaciones entre los términos: arte política, arte político, arte y política, política del arte, artisticidad (estetización) de la política.
    Lo que parece es que ahora ninguno de nosotros sabe muy bien cómo llenar a estos significantes de significado, mucho menos de sentido. El reino es el reino de la confusión. El tuerto es rey.
    Las nociones de arte y política están –desde hace casi un siglo- en crisis. Estas crisis recurrentes -y muchas veces autoinducidas- se han convertido en su método de producción de objetos, relaciones, nociones y estructuras de pensamiento.
    Es decir, ciertas rupturas –el señalamiento duchampiano; la revolución rusa, los fascismos, el postcapitalismo, etc.- nos compelen al análisis, a la puesta en cuestión, al discernimiento y finalmente a la formulación de juicios argumentados sobre los hechos/fenómenos, a la vez que exceden en objetos que saturan los campos.
    Pero cada interpelación ocasiona también su forma de ser obviada, complejizándose. Al convertirse en slogan (y en lenguaje de emprendedores) la noción de “crisis como oportunidad” se transformó en pancarta de cualquier lucha. Y acarreó en este coaching funcionalista el desprestigio de sus funciones efectivas.
    Nosotros sostenemos que, debajo de este mecanismo argumentativo, subsisten las crisis como espacios de contienda que se resisten a ser simbolizados y que, por lo tanto, exigen tomas de posición y de decisiones efectivas. Puestas en práctica.
    Bajo el lenguaje del sentido común (y la razón práctica) estas crisis continúan siendo un campo de lucha, de una lucha material y simbólicamente inicua. En ellas corre sangre, sudor y semen.
    Estas crisis que no son estado de excepción. Son la constante. Porque nos atraviesa la falta de suturas parciales de sentido, de estabilidad para poder comunicarnos. Lo que nos atraviesa –y nos constituye- es precisamente esa inestabilidad hermenéutica.
    Hace unos días nos preguntábamos si la entrada del arte política en una bienal (o a los museos) actúa como una modulación del descontento. Esta hipótesis nomina nuestra crisis.
    Mientras conversábamos sobre esto –tras la conferencia de prensa-, recordábamos la crítica ideológica sobre la función social de los objetos culturales que justamente denuncia ese carácter afirmativo y contradictorio de la cultura burguesa que, al no cumplir su promesa de felicidad, verdad y libertad en el terreno de la vida –subsistencia- material de los hombres, encuentra una salida virtual a la opresión/alienación confinando dichos ideales a un espacio desligado de la existencia diaria, es decir: la religión primero y el arte, después[1].
    Si ya sabemos que el arte –en cualquiera de sus manifestaciones- sólo funciona en términos sociales como modulador y regulador del malestar y el descontento –hasta caer incluso en funciones narcotizadoras- es preciso reconocer su funcionalidad en relación con el orden hegemónico y esto porque no logra –aunque lo busque- subvertir las relaciones de producción (económicas, políticas, culturales). Además porque el trabajo crítico queda confinado estrictamente a su aplicación en los productos –los objetos de arte-.
    Participar entonces de una bienal es participar de la institucionalidad dominante en y del arte. Más allá de lo que allí se exhiba. Los objetos son accidentes del despliegue de un sistema.
    Eso lo saben sus organizadores (la fundación y el equipo curatorial convocado) y los artistas seleccionados. Ser público (general o de prensa) implica también participar de –o reproducir- esa creencia. Mal que nos pese.
    Vale preguntar: ¿por qué tanto revuelo en relación con la obra “Inimigos” de Gil Vicente; “Bandeira branca” de Nuno Ramos y “El alma nunca piensa sin imagen” de Roberto Jacoby?
    Los dibujos de Vicente no son magnicidio. No hay representación alguna de sangre y hace rato que sabemos que “esto no es una pipa”. ¿Cuál es la indignación? ¿Estamos frente a un minority report? [2].
    Los cuervos de Ramos fueron cedidos por el Parque dos Falcões bajo expediente y con un responsable técnico y un auxiliar permanente encargado del bienestar de los animalitos mientras se encuentren artisteados.
    La instalación relacional de Roberto Jacoby buscaba ocasionar esas consecuencias. Roberto (creador de proyectos editoriales como Ramona, Bola de Nieve, Proyecto Venus, entre muchos otros) entiende de qué manera se estimula y excita a los medios de comunicación masiva.
    Las consecuencias deseadas forman parte de la lógica de despliegue de la obra. Una estrategia pasivo-agresiva para obligar acciones que luego llamaremos censura.
    Ellos sabían a priori de la prohibición de la Justicia Electoral brasilera. En la sala de prensa de la Bienal, uno de los miembros de la Brigada nos lo confirma.
    En resumen, estamos frente a acciones-petardos que se encienden para que exclamemos ¡censura! ¡Derechos humanos a los cuervos!
    Porque la indignación moral genera adhesión automática.
    Porque la sola acusación constituye el veredicto.
    El ficcionamiento resulta de este modo pornográfico. No son más que fuegos artificiales, el mucho ruido y pocas nueces. Es que de los tres trabajos se esperaba el escándalo. Y todos pisamos el palito.
    Justamente porque el escándalo –mediático- rentabiliza. Es un win-win.
    En el caso de la organización de la 29va Bienal se cumple su promesa. ¿Qué mejor manera de afirmar que arte y política son –“en términos amplios”- una y la misma cosa? ¿Qué mejor manera de hacer justicia al título de esta edición de la bienal?
    Para los artistas involucrados es un modo de generar mayor visibilidad y por lo tanto, de aumentar el valor de sus productos. Valor no sólo económico, sino –y por sobre todo- simbólico.
    Lo sucedido viene a reafirmar la ilusión y empoderar a los ilusionistas. Reactualizar la fábula y fortificar a los confabuladores. A los feligreses les renueva la fe y a los desencantados les acrecienta el hastío.
    Todos contentos.

    Jorge Sepúlveda T.*
    Curador Independiente
    Ilze Petroni
    Investigadora de arte.

    *este artículo forma parte de la cobertura especial de la 29a Bienal de Sao Paulo en Curatoría Forense
    NOTAS:

    [1] Tras la crítica de la religión de Marx, la tradición marxista dio lugar a las críticas socio-culturales de Lukács, Adorno, Horkheimer, Marcuse y Bürger sobre la función social del arte.
    [2] Minority Report en IMDB http://www.imdb.com/title/tt0181689/

    • Nicolas dice:

      Excelente Jorge!

      Les dejo lo siguiente:

      Respuesta de la Bienal de San Pablo a la «obra» de Jacoby y su entorno.

      Em resposta ao texto São Paulo Arde: o espectro da polítca na Bienal, divulgado pelo artista Roberto Jacoby em seguida à solicitação de retirada ou encobrimento de parte da obra El alma nunca piensa sin imagen, exibida na 29ª Bienal de São Paulo, os curadores-chefes da exposição vêm a público declarar o seguinte:

      1. Ao contrário do que o texto afirma, em momento algum o projeto apresentado à curadoria da 29ª Bienal de São Paulo pelo Sr. Roberto Jacoby fazia referência direta à campanha presidencial no Brasil. Em todas as inúmeras comunicações feitas (por email, skype e telefone), o artista afirmou querer refletir sobre processos eleitorais a partir de uma campanha fictícia e hipotética. O conteúdo das informações fornecidas pelo artista está expresso no texto que apresenta sua obra, publicado no catálogo e no site da exposição.

      2. O fato de as imagens dos candidatos Dilma Roussef (PT) e José Serra (PSDB) estarem publicadas no catálogo e no site da 29ª Bienal de São Paulo não atesta, em absoluto, o conhecimento prévio da curadoria sobreo conteúdo do trabalho tal como apresentado no espaço expositivo. As imagens foram entregues pelo artista apenas ao final do prazo de fechamento da edição do catálogo, com o objetivo suposto (nenhuma informação específica ou diferente daquelas anteriormentes fornecidas foi oferecida pelo artista) de simbolizar a referida campanha fictícia e hipotética, dada a fácil identificação das imagens com o tema do trabalho. Não aceitá-las significaria deixar as páginas do catálogo em branco e não confiar na palavra do artista sobre o conteúdo de sua participação na 29ª Bienal de São Paulo. Presunção que se mostrou, como o desenrolar dos fatos iria provar, pouco prudente.

      3. Ao iniciar a montagem do trabalho, o artista e demais membros de sua equipe vestiam camisetas em apoio à candidata Dilma Roussef e passaram a desenrolar e a exibir partes das fotografias dos candidatos que afixariam em seguida nas paredes (registre-se que tais fotografias foram produzidas sem controle e sem qualquer conhecimento da instituição, por decisão do artista). Simultaneamente, foi publicada matéria no jornal O Estado de São Paulo sobre o suposto conteúdo do trabalho do artista para a 29ª Bienal de São Paulo, a partir de entrevista feita com Roberto Jacoby: estabelecer um comitê de campanha para Dilma Roussef no interior da 29ª Bienal de São Paulo, chamado “Brigada Argentina por Dilma”.

      4. A curadoria imediatamente alertou o artista para os possíveis problemas que esse projeto poderia causar, por estar infrigindo Lei Federal que proíbe a realização de propaganda eleitoral em prédios públicos (o pavilhão da Bienal é propriedade da Prefeitura de São Paulo) durante o período de campanha política. Essa infração seria ainda acompanhada por uma outra igualmente grave: fazer campanha eleitoral com recursos públicos (a 29ª Bienal de São Paulo é majoritariamente financiada com recursos públicos provenientes da Lei Rouanet). O Sr. Roberto Jacoby tranquilizou os curadores, afirmando que não descumpriria nenhuma lei brasileira, e que não nos preocupássemos. Segundo nos garantiu, os jornalistas teriam interpretado mal o que havia dito. Uma vez mais, confiamos e acreditamos no artista. Recorremos na imprudência.

      5. Na noite de abertura da 29ª Bienal de São Paulo para convidados (21 de setembro), o Sr. Roberto Jacoby e os demais membros da “Brigada Argentina por Dilma” distribuíram ao público, ao contrário do que o artista havia afirmado, farta propaganda eleitoral em favor de Dilma Roussef, além de difundirem, em monitor posto na sala de exposição, depoimentos gravados de várias pessoas em apoio à candidata.

      6. Alertados por membros do próprio Governo Lula (preocupados com a possível repercussão negativa que o uso de recursos liberados pelo Ministério da Cultura fossem utilizados para fazer campanha ilegal de sua candidata) e por juristas consultados informamente, a Presidência da Fundação Bienal de São Paulo decidiu consultar formalmente a justiça eleitoral sobre a situação. A resposta foi bastante clara: o trabalho do Sr. Roberto Jacoby configurava crime eleitoral e poderia, se autuado e julgado como tal, comprometer a capacidade da instituição em estabelecer convênios com órgãos públicos no futuro . A Presidência da Fundação Bienal de São Paulo e a curadoria da 29ª Bienal de São Paulo decidiram não incorrer em riscos que, causados pela má-fé do Sr. Roberto Jacoby, pudessem comprometer o processo de recuperação da instituição, que há menos de dois anos era dada como falida. Como gestores públicos, seria ato de injustificável irresponsabilidade com um bem público que ora é devolvido à sociedade brasileira.

      7. Ao contrário do que o texto divulgado pelo Sr. Roberto Jacoby afirma, o alerta de um dos curadores a respeito dos riscos de penalização pessoal da situação se referia ao próprio artista, e não aos curadores. Se a instituição Fundação Bienal de São Paulo era, perante a justiça, certamente co-responsável pela situação, do ponto de vista pessoal era o artista quem estava infrigindo a lei eleitoral do país. Esperamos, contudo, que essa falsa informação contida no texto tenha sido devida a um problema de “desentendimento línguístico” e não a mais um ato de má-fe do artista.

      8. Deixe-se aqui claro que a postura da curadoria da 29ª Bienal de São Paulo é a de defender toda e qualquer proposta artística desde que não esteja transgredindo normas legais. Pode-se discordar dessa postura (“covarde”, diria o Sr. Roberto Jacoby), mas acreditamos que é uma postura responsável e ética quando se está trabalhando com recursos públicos, arrecadados e distribuídos também sob preceitos estabelecidos em lei em um regime democrático. É por essa razão que a curadoria está defendendo a permanência de outras obras que também têm se mostrado polêmicas na 29ª Bienal de São Paulo ao mesmo tempo em que solicitou ao Sr. Roberto Jacoby o encobrimento ou retirada unicamente dos itens de sua obra que configuravam propaganda eleitoral em favor da candidata Dilma Roussef. Enquanto as primeiras não estão infrigindo qualquer lei acordada por princípios democráticos (ainda que pessoas ou grupos sociais se sintam ofendidos por elas e se manifestem ativa e livremente contra a permanência dessas obras na mostra dentro e fora do espaço da Bienal), o trabalho do Sr. Roberto Jacoby desafia a lei brasileira que regula campanhas eleitorais no país.

      9. Ao contrário do que o documento divulgado pelo Sr. Roberto Jacoby sugere, todo elemento discursivo e participativo que seu projeto continha (debates, oficinas, etc) foi mantido, inclusive com críticas diretas e com frequência ofensivas aos curadores da 29ª Bienal de São Paulo, à instituição e ao sistema da arte em geral. A idéia de que o artista e sua “Brigada Argentina por Dilma” redigissem o texto aqui comentado (São Paulo Arde: o espectro da polítca na Bienal) e o afixasse no espaço expositivo foi, ademais, uma sugestão da própria curadoria, como o próprio Sr. Roberto Jacoby certamente pode atestar. A lastimar apenas a inclusão não-autorizada dos nomes de respeitadas pesquisadoras brasileiras como signatárias desse documento, que, em correspondência privada aos curadores e também aos responsáveis pela divulgação do texto do Sr. Roberto Jacoby, afirmaram não ter concordado nem com o conteúdo nem com os termos do texto escrito pelo artista e que não haviam autorizado a inclusão de seus nomes na lista de seus apoiadores, levando-as a ir pessoalmente ao espaço expositivo para retirar o seu nome da mesma. É lamentável que, mesmo após a manifestação das pesquisadoras, a lista continue a ser divulgada em diversos sítios da internet com suas assinaturas, induzindo os leitores a grave erro. Também ficou acertado entre curadoria e artista, sob o testemunho de diversos outros membros da “Brigada Argentina por Dilma” e da Bienal de São Paulo, que o presente texto, esclarecendo os motivos da curadoria, seria redigido e afixado junto ao texto do artista no espaço expositivo. Assim, em momento algum, a sua “máquina de produzir antagonismos”, como ele mesmo a designa, foi desativada. Os únicos elementos dela retirados foram aqueles que configuravam crime eleitoral no Brasil, conforme dito acima.

      10. A posição de vítima em que o Sr. Roberto Jacoby se coloca não condiz com a natureza de seus atos durante todo o processo que antecedeu a abertura da 29ª Bienal de São Paulo. Além dos fatos já relatados acima, o artista e demais membros da “Brigada Argentina por Dilma” criaram, ao longo da montagem da mostra, situações que visaram tão somente acirrar os ânimos entre o grupo e a instituição, em prática que desnuda as práticas políticas que o Sr. Roberto Jacoby realmente preza. O mais grave é que tais práticas tiveram como alvo preferencial o trabalho de outros artistas presentes na mostra, que em dois casos foram literalmente escalados por membros da “Brigada Argentina por Dilma”, colocando em risco a sua integridade (fatos lamentáveis presenciados por dezenas de pessoas que trabalhavam no prédio incluindo, em uma das ocasiões, um dos curadores-chefes). O desrespeito explícito pelo trabalho alheio (também expresso em provocações verbais durante todo o processo de montagem) diz muito do grau de autoritarismo que a prática do Sr. Roberto Jacoby embute, ainda quando travestida de correção política.

      11. Por essas razões, é razoável supor que o Sr. Roberto Jacoby não se importe nem um pouco com os desdobramentos negativos que seu trabalho viesse a provocar sobre a inserção da Bienal de São Paulo no corpo social brasileiro, posto que parece basear sua prática em uma oposição simplista e retrógada entre artista e instituição. Menos que um real comprometimento com as mudanças sociais que uma eventual vitória da candidata Dilma Roussef possa representar para o Brasil e o continente latino-americano, o que parece de fato lhe interessar é a criação de um embate artificial entre o seu trabalho e os limites do meio artístico, causando o máximo de efeito midiático em proveito próprio. Não temos quaisquer problemas em admitir que, no presente caso, chegamos aos limites da instituição, e que tal admissão permita que o trabalho do artista “funcione” a contento. Não surpreendentemente, o Sr. Roberto Jacoby afirmou, durante a reunião em que comunicamos a impossibilidade da permanência dos elementos da propaganda eleitoral na obra, que documentaria todo o processo de retirada/encobrimento desses elementos para inclui-lo como parte de projeto para a próxima Bienal de Veneza. O texto supra-referido, acreditamos, certamente também será parte desse trabalho, e desde já autorizamos este nosso texto a também ser integrado ao projeto do Sr. Roberto Jacoby, caso ele assim o deseje e desde que o inclua na íntegra. Nossa contribuição à sua prática.

      12. Quanto à referência à inclusão do Tucumán Arde na 29ª Bienal de São Paulo sob o título Grupo de Arte de Vanguardia, em que o Sr. Roberto Jacoby afirma tratar-se de mais uma prova da falta de comprometimento da curadoria com a radicalidade do fato político, temos a declarar o seguinte: 1. São amplamente conhecidas as divergências que existem, entre pesquisadores do tema (inclusive entre alguns dos signatários do documento escrito pelo artista), sobre as formas de apresentação e de nomeação desse complexo evento ocorrido na Argentina em 1968; 2. Optamos por adotar o formato e a maneira de titular em diálogo com pesquisadores e curadores do Museu de Arte Contemporánea de Barcelona (MACBA), proprietário do acervo documental que foi emprestado para exibição na 29ª Bienal de São Paulo. Chega a ser constrangedora, contudo, a aproximação, sugerida no texto divulgado pelo Sr. Jacoby, entre o evento Tucumán Arde e o projeto por ele apresentado na 29ª Bienal de São Paulo em termos de sua relevância politica. Este, sim, é um fato que diz muito a respeito dos abusos que a palavra “política” é hoje submetida no campo da arte.

      Moacir dos Anjos e Agnaldo Farias

      Curadores-chefes da 29ª Bienal de São Paulo


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