las «reglas del arte»

A partir del comentario de Ricardo Arcos, podemos continuar la reflexión sobre lo que hemos considerado el arte inofensivo. Esta no es la primera ni será la última vez que una institución, de manera explícita, trate de imponer las «reglas del arte», no como los procesos de ordenamiento y distribución de capital simbólica del arte, en el subcampo de producción restringida (Bordieu), sino desde afuera, desde la determinación del marché, en donde el capital económico está por encima de capital simbólico. Ahora bien, ese proceso de determinación externa sobre el arte -que por cierto nunca ha sido una esfera completamente autónoma- puede considerarse como algo propio de los procesos de intercambio propios de la sociedad capitalista contemporánea, o por el contrario como un proceso de usurpación simbólica, como lo ha denominado el antropólogo ecuatoriano Patricio Guerrero.

La usurpación simbólica es el proceso mediante el cual el poder se apropia de un recurso material o simbólico que no le pertenece, sin tener siquiera derecho a ello. Dado que se trata de un hecho ilegítimo, continúa Guerrero, este proceso se ejerce por medio de mecanismos de violencia material o simbólica, o a través de mecanismos de seducción. ¿La mencionada bienal es entonces un proceso de violencia simbólica, de seducción económica por medio del fantasma del dinero, o un abierto desafío a lo que queda de autonomía en el campo del arte, que se resiste a aceptar ser subsumido por la lógica del mercado?

Además, hay que tener en cuenta que la usurpación simbólica puede entenderse como un proceso de vaciamiento de sentido; en otras palabras, de reducción del símbolo -caracterizado por ser una región de multiplicidad de sentido- al signo mercancía que transforma las dimensiones de la realidad provocando su ficcionalidad y virtualización, el triunfo del significante sobre el significado. Todo esto en un proceso perverso que desde la positividad y el valor pretende ser el principio de la totalidad del sentido cuando lo que en realidad busca es el vaciamiento del mismo, haciendo posible la ideologización de los discursos del poder y del orden social dominante.

Vale la pena hacer un seguimiento al desarrollo de esta bienal que, como todo evento artístico patrocinado por instituciones que ejercen el poder, está determinada por una concepción política y hegemónica hacia el arte, ante la cual los artistas muy probablemente responderán de manera crítica, con trabajos que hagan resistencia a esos intentos de normalización que nos llegan desde el BID, o quizá con acciones de insurgencia simbólica ante estos actos de control del sentido.

Pedro Pablo Gómez


+ sobre el arte inofensivo

Estimado Pedro Pablo Gómez, no deja ser bastante oportuna su reflexión. Lo que está en juego aquí, son las normas y reglas que regulan las maneras de hacer arte, sobre todo, si este es financiado por fondos privados o grandes emporios bancarios como el BID. En una ocasión hablando con el artista Miller Lagos sobre la convocatoria de una prestigiosa marca de cigarrillos, quienes insistían a los participantes en no utilizar la marca ni el producto en algo que fuese ofensivo y desprestigiara la compañía de tabacos, coincidimos en que en verdad ese tipo de restricciones limitan el campo de acción del artista. Cuáles podrían ser esas realizaciones artísticas que se acomodan de manera inofensiva a ese tipo de convocatorias? Sin duda alguna estamos frente a una situación que pone cuestión un arte crítico o simplemente una postura artística con ciertas libertades. Claro cualquiera podría decir, que es suficiente con no participar y basta. Pero al asunto es complejo si se tiene en cuenta que hoy, esas instituciones como el Banco Interaméricano de Desarrollo, son el verdadero motor del arte contemporáneo. Será que el arte contemporáeno, financiado por estas instituciones, empresas privadas, etc. es cada vez más inofensivo y liviano?

Ricardo Arcos-Palma


Egotecnias

A partir del cuestionamiento sobre el premio de la Bienal iberoamericana, otorgado a la Biblioteca Parque España, en este ensayo tratare sobre las características y estrategias que ofrece la arquitectura que se presenta como vanguardia en nuestro medio. Me parece fundamental para esta discusión, el tratar de develar las causas profundas y analizar las estrategias utilizadas por estos grupos, con el fin de encontrar una salida a lo que he llamado “la época de la arquitectura tonta”

El estrellato

Una característica que se ha vuelto dominante en la cultura arquitectónica contemporánea en el mundo, es la fuerza mediática del estrellato o “star system”; fenómeno cuyo origen se remonta a las estrategias de mercadeo provenientes de la industria cinematográfica de mediados del siglo pasado. Para promocionar sus películas, la industria del cine creó una exitosa forma de mercadotecnia, a través de la construcción de un círculo estelar de actores, y de la publicación en los medios impresos de sus vidas sociales. Como el beneficio en taquilla fue y continúa siendo inmediato, la estrategia sigue vigente para el cine, y se ha sido trasladado a la arquitectura, donde en forma análoga, las revistas especializadas actúan como caja de resonancia para el estrellato arquitectónico.

Las revistas construyen sus ventas de forma dialéctica, en respuesta a las ventanas de oportunidad ofrecidas por el mercado. Esto ha repercutido directamente en el contenido y calidad de la crítica de las revistas especializadas, convirtiéndolas en publicaciones frivolizadas, más preocupadas por entregar el tipo de producto que la gente se supone que quiere, que por generar opinión pública. (Casabella de Rogers!, cómo te extrañamos!)

Debido tal vez a que el ámbito europeo estaba cubierto por varias revistas europeas, este sistema de mercadeo arquitectónico, de origen europeo y norteamericano, ha sido clonado en el medio latinoamericano por los medios impresos y para ciertos grupos de arquitectos, especialmente en Chile, Colombia y México; encontrando apoyo mediático primordialmente en la revista Arquine.

En mi opinión, este sistema de estrellato se manifiesta de diversas maneras en la arquitectura producida:

Arquitectura de autor

Aunque se trata del último nivel en la estrategia comercial del star system, es el primero que se debe entender. Consiste en una arquitectura para la cual lo único importante es el arquitecto, en la que ni al mismo cliente parece importarle la calidad del producto. La arquitectura de autor, se convierte así en lo contrario a cualquier arquitectura que posea algún nivel de conciencia social.

Su analogía con respecto al mundo de los bienes de consumo es clara; se trata se un producto selectivo, con un nombre, una marca, la cual pocos pueden poseer y todos la envidian, ya que quien la posee, se diferencia del común.

Como bien lo señala Willy Drews, el consumo de marcas- imágenes nos ha hecho llegar la aparición de estos grupos que yo he querido llamar, eludiendo los eufemismos, arquitecturas de la copia:

“La dictadura globalizada de los medios trató de vendernos estas marcas a los países pobres y como no podíamos pagar un Hadid original, apareció la arquitectura pirata, como los libros de los semáforos”

Arquitectura de la copia

A nivel proyectual estas arquitecturas operan primordialmente retomando proyectos de obras europeas de vanguardia, utilizando el mecanismo proyectual de la copia. Como lo he llamado anteriormente, se trata de un “refrito” de vanguardia europea. Se presentan como vanguardia local. Y ni siquiera presentan su trabajo como reelaboraciones o paráfrasis sino como obras originales y bajo el manto general de lo contemporáneo. Con el fin el lograr el mayor impacto visual, se seleccionan obras ya publicadas y recicladas, sin discutir siquiera su procedencia ideológica. A veces en un solo proyecto se ensamblan varios, provenientes de diferentes corrientes de pensamiento, por ejemplo, es posible ver maclajes de Zumthor y Mansilla-Tuñon, o Koolhaas y Siza. Estos ensambles se justifican con frecuencia pretendiendo a veces que son re-creaciones, pero su literalidad, falta de explicación y pretensión de originalidad no permiten aceptarlos como tal.

Este fenómeno actual solo puede conducir a la muerte de la arquitectura culta como la conocemos.

El egotecto

La principal característica de los arquitectos que pertenecen a estos estrellatos locales, es que su ideología principal es el culto al ego.

La arquitectura es vista y usada como una herramienta para construcción del ego, olvidándose en todo sentido el cliente y de la función social de sus edificios

Por culpa de estos egotistas el país se ha llenado de edificios mediáticos, donde su énfasis está en la fachada, con el objetivo de ser atractivos de ser reproducidos en medios impresos o digitales.

Arquitectura o “Mass Media”

Las arquitecturas que se prestan para este sistema de mercadeo son las que presentan mejores condiciones mediáticas, ya que son edificios hechos para lograr un alto impacto visual, su énfasis está en su apariencia exterior y no en su interior, ingredientes del diseño como el bienestar del usuario, visuales, eficiencia climática, confort, etc. son consideradas de importancia menor, si acaso alguna.

Se podría preguntar, si son arquitectura como la entendemos en su forma ortodoxa, o se trata de otro género, más relacionado con lo que se denomina “mass media” y el consumo de imágenes.

De esto ser así, como creo que lo es, deberían tratarse como fenómenos de comunicación y consumo, y no como fenómenos de arquitectura.

Función social

El primer sacrificio en este tipo de arquitectura es de la función social, como lo mencione previamente, si el objetivo principal es la exaltación del ego por medio de la publicación, el usuario, el cliente, deja de ser lo importante para llegar a ser prácticamente inexistente; el objeto de la arquitectura, pasa a ser el arquitecto.

La función social arquitectónica hace parte del Humanismo, entendido como un conjunto de concepciones sobre el respeto a la dignidad humana y acciones por el bienestar y el desarrollo plurivalente de los seres humanos

Por función social arquitectónica se entiende entonces la actitud hacia la creación de espacios humanizados. Es entender la esencia de la arquitectura como la satisfacción del ser humano que habita.

Frank Lloyd Wrigth, afirmó que el “arquitecto construye para la vida que se vive dentro de la edificación”

En estos proyectos mediatizados, el bienestar espacial de sus usuarios es el factor menos tenido en cuenta, ya que la intención principal del proyecto se encuentra focalizada en la construcción de la imagen mediática, la fachada.

Las condiciones interiores de estos edificios diseñados son, en mi punto de vista deplorables, bibliotecas con deficiencias lumínicas, prácticamente ningún aprovechamiento de las visuales para solaz del alma, total descuido en la calidad de los materiales del interior, áreas construidas no utilizables generadas únicamente por intenciones plasticas de la fachada etc.etc.

Esto nos muestra de forma clara del carácter poco humanista de los arquitectos pertenecientes tanto al “star system” pero especialmente a nuestro estrellato, dedicados a la construcción de su ego.

Arquitectura sin ideología

El tomar formas prestadas de diferente origen conceptual deja como producto una arquitectura desprovista de ideología, carente de significado, reducida simplemente a la imagen.

La arquitectura Moderna siempre tuvo una preocupación porque la forma fuera una consecuencia de unos principios sobre la sociedad y la técnica, que se pueden identificar como teóricos o ideológicos. A esta consecuencia entre forma e ideología se la critica por ilusoria, pero produjo formas siempre auto sustentadas en ideas culturales, antes que en otras formas. Entre las oposiciones a este tipo de aproximación proyectual, una de las más influyentes fue la llamada arquitectura de Tendencia, para la cual, la producción de forma arquitectónica debía derivarse del análisis de arquitecturas anteriores, pero no de cualquier forma y en especial no de las imágenes sino a través del análisis, en particular los métodos de análisis morfológico y tipológico. En cualquiera de los dos casos, la forma pretendía ser una creación, bien a partir de ideas sobre la cultura y tecnología del momento, o bien del conocimiento sistemático del pasado. Pero así como el postmodernismo simplificó el análisis del pasado en un reedición del eclecticismo, las arquitecturas que insisto en llamar de la copia, reeditan eclecticamente y con ayuda de los medios impresos, las arquitecturas del presente.

La cuestión de la identidad

Otra de las consecuencias de este tipo de actividad proyectual es que deja de lado la posibilidad de hacer reflexión sobre la validez de tener o no tener una identidad propia. El término identidad nos puede llevara a pensar en identidades como la nacional o latinoamericana, es decir, a identidades culturales. Antes que a este tipo de identidad, me refiero tal vez al carácter y la singularidad que otorga la apropiación de principios y materiales, como se ve por ejemplo, en la obra de Rafael Obregón…

¿arquitectura para quien?

En esta discusión acerca del Premio a la biblioteca parque España surge como cuestión fundamental:

¿para quién se hace arquitectura?

Preguntarnos si en un país del tercer mundo es válido que con financiación estatal se construyan edificios, cuyo diseño tenga como intención principal la exaltación de la personalidad del arquitecto, olvidándose de sus usuarios, de la función social, escapándose así de la más que loable intención del alcalde Fajardo de proveer bibliotecas y equipamientos dignos a comunidades deprimidas en la ciudad de Medellín.

Parecía que el enfoque de los jurados de los concursos donde se seleccionaron estos proyectos no coincidiera con el objetivo del alcalde Fajardo, de dotar espacios con calidad a comunidades no privilegiadas.

Por la morfología de los proyectos escogidos, que son más imagen que calidad espacial, parecería que el objetivo de los jurados fuera la obtención para la ciudad de unas imágenes icónicas, que sirvan de atractivas imágenes turísticas tal como el proyecto de Gehry en Bilbao.

¿Esto nos podría conducir a la conclusión de que el jurado se identifica ideológicamente con el estrellato, con la arquitectura de autor, con pensar que el humanismo no es significativo componente de la arquitectura y que la arquitectura no es más que una herramienta para la construcción del ego?

Igual consideración merece la decisión del jurado de la Bienal iberoamericana que recientemente premio la biblioteca parque España,

¿Tal vez sea necesario crear una bienal iberoamericana para la arquitectura mediática y otra para la ortodoxa?

Reconforta encontrar ejemplos donde los mismos dirigentes políticos han detectado este estrellato asocial, es así como Jaime Lerner, alcalde de Curitiba en Brasil, ha acuñado el lema: “nosotros tenemos que cambiar de la ego- arquitectura a la eco- arquitectura”.

En la otra cara de la moneda, Miquel Adriá, el director de la revista Arquine, argumenta en una reciente columna de diario El País de España, que la arquitectura de autor ha traído beneficios a las comunidades deprimidas de la ciudad de Medellín, argumento, no solo deleznable, sino interesado, ya que quien se beneficia directamente de la existencia de esa arquitectura de autor es el mismo Adriá

Así también hemos visto otros miembros de nuestra profesión, en el mismo sentido del articulo de Adriá, apropiarse del discurso político social admirable, del alcalde Fajardo, y escudarse así para defender obras que no corresponden con su ideología social, o hacer creer que posturas criticas como esta, se trata de ataques político regionalistas, venganzas personales o de arranques incontrolables de envidia.

Los arquitectos del “star system” nos quieren hacer creer que a través de sus obras egotistas van a trasformar la sociedad. Ese fue el argumento utilizado por ellos para vender sus proyectos en China, el cual encuentro análogo a pensar que poner una tienda de Chanel y otra de Cartier en Titiribí, va a sacar al pueblo de la pobreza.

Coincido con Willy Drews en que si queremos salir de este época de arquitectura tonta, no debe ser solamente reestructurando la calidad de los miembros de los jurados, sino sobre todo a través del esfuerzo de nosotros mismos, de que construyamos y ejerzamos opinión critica, del ejercicio de la cátedra y del mismo ejercicio profesional.

Guillermo Fischer


La estética del narcotráfico

Otra «marea» que afecta a la arquitectura colombiana -discreta e indiscretamente- es el fenómeno del narcotráfico. En este sentido, se han publicado en Esfera Pública distintas reflexiones, entre ellas el siguiente artículo de Adriana Cobo, que me permito adjuntar como aporte crítico a este debate sobre la arquitectura actual en Colombia.

Camilo Atuesta

¿Es el ornamento un delito?

Observaciones [para arquitectos] sobre la estética del narcotráfico en Colombia

Hablar de la estética del narcotráfico hoy, con una mirada desprejuiciada, es una empresa difícil y sobretodo contradictoria. Por un lado, los códigos estéticos del narcotráfico en Colombia, hacen parte de la identidad y el devenir nacionales, por lo que es superficial descartar la estética ‘narco’ en nombre del buen gusto. Por otro lado, es una estética ostentosa, exagerada, desproporcionada y cargada de símbolos que buscan dar estatus y legitimar la violencia. Seria deseable que la arquitectura no fuera uno de sus medios.

Resulta casi imposible el recuerdo de mi ciudad obviando la realidad del cartel de Cali, que produjo una economía boyante y ficticia de la que hoy vemos ruinas y consecuencias; dejando como herencia visible una estética que ya todos podemos identificar a través de fachadas de portones griegos forradas de mármoles y enrejados dorados, carros estridentes y cuerpos de hombres engallados con oro y mujeres hinchadas de silicona. Cali es una ciudad marcada por el narcotráfico y contaminada por las influencias de su estética. Durante las ultimas tres décadas ha pasado de ser la capital de la salsa a ser la capital de la mafia y de la cirugía plástica. Estos procesos que caracterizan a Cali, sin embargo, son comunes a muchas ciudades del país, entre las que podríamos incluir a Bogota, según recientes declaraciones del alcalde Garzón al periódico El Tiempo, en las que afirmo que “Bogota se esta llenando de traquetos”.

A pesar de todo esto, quisiera tratar de crear una mirada positiva sobre el fenómeno de la estética del narcotráfico, enfatizando que no es mi intención avalar el tipo de arquitectura que esta produce o discutir si esta estética y el gusto que de ella se deriva están bien o mal. Mi interés radica en la curiosidad por analizar un fenómeno que existe y que no podemos obviar, proponiendo la posibilidad de crear una nueva interpretación. Me pregunto como pensar específicamente en la arquitectura del narcotráfico, no como un grupo de edificios ilegales y de mal gusto, sino como un compendio de evidencias útiles para arquitectos.

En mi opinión, lo primero que es importante notar es que la estética del narcotráfico en Colombia ya no pertenece solamente al narcotráfico sino que forma parte del gusto popular, que la ve con ojos positivos y la copia, asegurando su continuidad en el tiempo y en las ciudades. La difusión de la estética del narcotráfico es una evidencia del vacío institucional Colombiano: no hay un sistema de cohesión social mas fuerte que sea una alternativa al modelo del poder y la justicia social que ha proporcionado el narcotráfico. Como lo describe Alonso Salazar en el libro Drogas y Narcotráfico en Colombia :

Los ‘hombres de honor’ tienen de si mismos una imagen positiva de defensores del orden y ejecutores de la justicia esencial que las autoridades constituidas no son capaces de garantizar… En la medida en que el estado dejo de ser un instrumento de justicia, la clase política tradicional dio muestras de descomposición y la iglesia no respondió a las demandas de los nuevos tiempos, la sociedad se quedo sin paradigmas y los traficantes tuvieron un terreno despejado para convertirse en referentes de identidad

Drogas y narcotráfico en Colombia, Alonso Salazar, Editorial Planeta, Bogota 2001, p. 65-66

Dentro de este fenómeno la arquitectura, realizada por auto-construcción en barrios de invasión, o por encargo; juega un papel fundamental como medio difusor de la estética ornamentada, ostentosa y desproporcionada que el narcotráfico ha utilizado en una gran cantidad de edificaciones. Podemos como arquitectos aprender de estos fenómenos que caracterizan nuestras ciudades y utilizarlos para crear arquitectura que no enfatice la representación de lo narco sino un gusto popular acumulado que puede transformarse en una propuesta arquitectónica de alta calidad y a la vez, atada al contexto?

En 1909, Adolf Loos, arquitecto vienes, escribió el texto Ornamento y Delito , que a mi modo de ver, es aun vigente no solo para la practica de la arquitectura en el mundo, sino en el contexto local colombiano. Loos condeno el uso del ornamento como una fachada que utilizaba superficies y formas ornamentadas y copiaba estilos del pasado para simbolizar el esplendor de las instituciones monárquicas de Viena en ese momento; cuando en realidad atravesaban un periodo inestable de lucha con el poder liberal. Estas fachadas pretendían también dar estatus a la burguesía emergente, que buscaba desesperadamente demostrar que acumulaba riqueza y podía acumular también ‘buen gusto’. Esto a los ojos de Loos, era un síntoma de degeneración intelectual que alejaba a su pueblo de los tiempos modernos. Para el la cultura y el acceso a la educación tenían como consecuencia lógica el abandono del ornamento . Ausencia de ornamento es signo de fortaleza intelectual . Loos dirigió su texto exclusivamente a los aristócratas de su tiempo, argumentando que eran ellos quienes podían alcanzar el clímax de su existencia a través del arte y no a través del ornamento.

Las cosas ornamentadas causan verdaderamente un efecto inestético cuando han sido ejecutadas con el mejor material y con el más alto esmero, y cuando han requerido un largo tiempo de trabajo….

La persona moderna, que considera sagrado al ornamento, como signo de derroche artístico de épocas pasadas, reconocerá inmediatamente lo atormentado, lo penosamente conseguido y lo enfermizo de los ornamentos modernos. Ningún ornamento puede nacer hoy de alguien que viva en nuestro nivel cultural.

Distinto es con personas y pueblos que todavía no han alcanzado este nivel…

¿Predico a los aristócratas. Soporto los ornamentos en mi propio cuerpo si constituyen la alegría de mis conciudadanos. Entonces son también mi alegría. Soporto los ornamentos del cafre, del persa, de la campesina eslovaca, los ornamentos de mi zapatero, pues ninguno de ellos tiene otro medio para llegar a las cimas de su existencia. Pero nosotros tenemos el arte, que ha sustituido al ornamento.

Escritos I, Ornamento y delito, El Croquis Editorial, Madrid, 1993, pp. 353-354


Las fachadas de inmuebles construidos para el narcotráfico en Colombia tienen también la intención de dar estatus a una burguesía emergente, y además instaurarla como institución. A diferencia de la situación que Loos describe en su ciudad y en su tiempo; estas fachadas pretenden reemplazar el poder de las instituciones, que su dinero puede comprar, por lo que se construyen sobre la destrucción de la institución oficial. En este sentido, son piezas importantes de nuestra historia reciente y evidencia de instituciones débiles y valores trastocados, y por lo tanto relevantes para un análisis formal y simbólico que concierne a la arquitectura de nuestras ciudades.

En 1972, Robert Venturi y Dense Scott Brown publicaron Aprendiendo de la Vegas , un libro que partía de la intención de buscar aprender arquitectura de Las Vegas, la ciudad que en estados Unidos y en el mundo simboliza el vicio, la degeneración, el valor exagerado dado al dinero, la prostitucion y el alcohol. Treinta años después de publicado Aprendiendo de Las Vegas , cuyo subtitulo dice el simbolismo olvidado de la arquitectura , haciendo referencia a la importancia de rescatar el simbolismo, mas que el espacio arquitectónico como tal. Vale la pena preguntarse si queremos olvidar el simbolismo o si optamos por utilizarlo sin acudir al manejo de lo que representa, como una estrategia formal que construye la cara de nuestras ciudades y que después producirá nuevos significados.

Creemos que los arquitectos, salvo unos cuantos obcecados, empiezan a comprender que aquellos que aprendimos de Las Vegas, y que por implicación, ellos también deberían aprender, no consiste en colocar anuncios de neon en Los Campos Eliseos o un aviso “2+2=4”, en el tejado del Edificio de Matemáticas, sino de reafirmar el papel del simbolismo en la arquitectura, y de paso, aprender una nueva receptividad a los gustos y valores de otras personas y aplicar una nueva modestia a nuestros diseños y a la idea que tenemos de nuestro papel como arquitectos en la sociedad. La arquitectura debería ser, en el ultimo cuarto de este siglo, socialmente menos coercitiva y estéticamente mas vital que los porfiados y ampulosos edificios de nuestro pasado reciente. Los arquitectos podemos aprender esto de Roma y de Las Vegas, y de cuanto veamos a nuestro alrededor, siempre que se nos ocurra mirar.

Denise Scott Brown, prologo a la edición revisada 1977 de Learning from Las Vegas


En nuestro contexto, el simbolismo y la iconografía son importantes, y la estrategia de la copia ampliamente difundida. Como arquitectos estamos acostumbrados a copiar modelos. Aprendemos con ejemplos de la arquitectura del primer mundo, o de América Latina legitimados por la historia y por publicaciones reconocidas. Muchas de las obras que reconocemos como modelo de la arquitectura de nuestro país, están inspiradas en modelos internacionales. El primer mundo influye en la construcción de nuestra arquitectura y esto a mi modo de ver, no excluye la posibilidad de mirar en otra dirección. Así como podemos aprender de Las Vegas, Viena o Roma, podemos aprender de Cali o Medellín o de cuanto veamos a nuestro alrededor.

Vale la pena anotar que la estética del narcotráfico se ha ido transformando. La tercera generación de los carteles de la droga ha cambiado la estrategia de la ostentación por la del camuflaje, en la medida en la que el comercio ilegal de drogas ha exigido diversificación, ramificación y ‘sofisticación’. El ornamento ha dado paso a superficies lisas y persianas de aluminio que copian las casas ‘modernas’ de ejecutivos jóvenes y destacados de grandes empresas, que a su vez son copias de residencias que podemos encontrar en revistas de arquitectura que vienen de Europa o Estados Unidos. Ya no se sabe quien copia a quien, y en la compleja yuxtaposición de modelos que estos procesos evidencian, encontramos replicas tanto de iconos como el Capitolio en Washington como fotos estándar de fachadas hechas de persianas de aluminio, y pintadas de blanco con algunos toques de amarillo, combinación que ha causado furor en la arquitectura de Cali.

En la secuencia de fotos abajo, podemos ver los tipos de fachada que se ha ido construyendo en el barrio El ingenio de la ciudad de Cali, en un lapso de mas o menos diez años. Desde la fachada voluptuosa con balcones redondeados, columnas doricas, mármoles y rejas doradas, pasando por espejos exteriores y combinaciones de enchapes diversos, llegamos a superficies blancas y lisas, rejas rectas y opacas y enchapes de piedra muñeca; estética que tanto en casas como en edificios se ha impuesto en los últimos años en la construcción de este barrio, identificado en Cali como un barrio ‘traqueto’.

Barrio El Ingenio, Cali, 2005

La última foto es una copia de casas que como arquitectos hemos visto en muchos catálogos y revistas. ¿Y las otras tres? A pesar de que las casas de suburbio norteamericanas han sido un modelo típico de la arquitectura del narcotráfico, éstas casas no están copiando modelos específicos y han sido copiadas por la arquitectura popular. ¿Quién copia a quien? No se trata de rescatar el modelo, que en algunos casos ya no se puede identificar, sino la estrategia formal que aunque congestionada, es menos insulsa en las primeras fotos que en la ultima.

Como arquitectos podemos optimizar el uso del ornamento sin descartar la riqueza en la combinación de materiales y formas que podemos observar en fachadas como las que muestran las primeras fotos, creando una arquitectura local sin malgastar material o fuerza de trabajo. En palabras de Loos El ornamento es fuerza de trabajo malgastada y, por ello, salud malgastada. Así fue siempre. Hoy, además, también significa material malgastado, y ambas cosas significan capital malgastado.

Escritos I, Ornamento y delito, El Croquis Editorial, Madrid, 1993, p. 351


Cuando el gusto por la estética del narcotráfico se traspasa al gusto popular, ocurren excesos como el que se muestra en la foto, que se repiten a lo largo de nuestras ciudades. Las escaleras excesivamente ornamentadas y trabajadas que contrastan con una edificación a medio terminar y hacen pensar en una inversión innecesaria. Viviendas como la que nuestra la foto se construyen por etapas, y es evidente que aquí la necesidad de alardear mostrando la balaustrada, tiene prioridad sobre la tercera etapa de construcción. Para mí sin embargo, con balaustrada o no este tipo de escalera destacada en fachada, tiene muchas bondades. Las escaleras exteriores son un símbolo importante para muchos hogares, además de ser una necesidad practica para independizar el segundo piso. Si fueran usadas como un elemento constitutivo repetido en los proyectos de vivienda en los que la renta por pisos es conveniente, no solo asegura mas espacio interior y la felicidad del cliente, sino el uso activo del anden como espacio publico, y la riqueza visual de cuadras y manzanas.

Barrio Bellavista, Cali, 2006

Haciendo énfasis en las fachadas sus símbolos y riqueza potencial, se puede lograr una buena ciudad, cuidando el mal gasto de recursos, tanto económicos como simbólicos. No solo las escaleras externas sino los portones de entrada, las ventanas y el uso de combinaciones de materiales pueden crear un patrón homogéneo, como en el ingenio, que se puede observar destacando cualidades. Este barrio tiene andenes activos y antejardines abiertos, cierta regularidad en el las alturas y patrones formales como balcones sobre los portones de entrada, que lo hacen un barrio espacialmente mejor que las comunidades cerradas, separadas de la ciudad por vayas de seguridad y policías. Si este tipo de bondades se repitieran en proyectos de vivienda, seguramente tendríamos una ciudad mas amable y diversa. Por su calidad de barrio abierto, además, El Ingenio se ha convertido en un evento navideño famoso en Cali. Miles de personas visitan el barrio en diciembre y enero, haciendo paseos nocturnos para apreciar los adornos de luces que los habitantes crean en las fachadas.

Barrio El Ingenio, Cali, 2005

A pesar de la lucha frontal que nuestro país ha conducido contra el narcotráfico, las cifras indican que la producción de coca y la exportación de cocaína no han disminuido. El consumo continua creciendo y la diversificación de las actividades de los carteles como la comercialización de la heroína en el mercado, es mayor. Con esta perspectiva la legalización de la droga es el único camino viable frente a un problema que se ha demostrado imposible de combatir y que al ser penalizado ha producido mercados que alimentan la violencia de guerrillas, además de las arcas de los grandes bancos que en el exterior captan las ganancias producidas con nuestros productos.

La revista The Economist ha presupuestado que en la segunda década de este siglo XXI se podrían estar legalizando las drogas.

Drogas y narcotráfico en Colombia, Alonso Salazar, Editorial Planeta, Bogota 2001, p. 18


Así como la legalización de las drogas supone encarar y regular un problema con una estrategia diferente a la penalización, la inclusión de la estética del narcotráfico como una fuente de construcción de la ciudad; llevada a cabo ya por sectores informales como un proceso natural, puede constituirse en una herramienta para la arquitectura colombiana. Los arquitectos podemos contribuir en la construcción de la ciudad sin descartar varios de los patrones estéticos que la arquitectura del narcotráfico ha formado, y sin ‘penalizar’ su calidad estética, o excluir su evidencia con la distancia elitista de quien en nombre del buen gusto copia el buen gusto aceptado por los magazines internacionales, pero condena las copias surgidas desde el contexto de las ciudades de Colombia.

Adriana Cobo*

* Adriana Cobo es arquitecta y actualmente trabaja como profesora de la Escuela de Arquitectura y Construccion de la Universidad de Greenwich, en Londres. El texto Es el ornamento un delito? hace parte de su Proyecto Panorama, una serie de textos, exhibiciones y talleres que explora las elaciones entre forma y proceso en contextos urbanos contemporaneos.

Los desastres de la guerra

Los desastres de la guerra

Giovanni Vargas vive en Bogotá, a la altura de Chapinero, cerca a la carrera quinta, y no le gusta lo que está pasando en esa zona. En los últimos años la demolición de casas y edificios ha sido inclemente, lo viejo es tumbado para construir nuevos habitáculos que no hablan con el entorno, construcciones autistas, una marea alta de mierda en placa de ladrillo producto de una gula rentista que vive atragantada con el metro cuadrado: las nuevas construcciones se arrojan a manera de muralla y sin pudor sobre la calle, no estiman una distancia prudente con el andén o con la edificación vecina, y donde antes habitaba una familia, en el caso de una casa, o un conjunto de personas, en el caso de un edificio, ahora vive un barriada entera arrumada en cajitas de bocadillo esparcidas por varios pisos; algunos apartamentos tiene vista a los vecinos de enfrente y todos tienen unas ventanas tan estrechas que parecen hechas con la intención sombría de hacerle la vida difícil a cualquiera que intente ejercer el derecho al suicidio. Esta “nueva arquitectura” hace que algunos de los parcos y opacos edificios construidos en los años 70 y 80 parezcan grandes obras de la arquitectura nacional, cuando lo único que tienen es una distribución generosa del espacio donde la presencia física del portero y de las rejas no se le arroja en la nariz al visitante, los parqueaderos son escasos pero amplios y cuentan con uno o varios antejardínes que delatan la existencia de un elemento vital y que los nuevos contructores consideran como mero ornamento: el aire.

Giovanni Vargas no es crítico de arquitectura, la categoría al parecer no existe, el gremio de los arquitectos, a pesar de ser altamente opinionado, no cuenta con un tradición crítica en la prensa, ahí sólo se habla de premios, de anuncios, de diseño de interiores o de urbanismo (“¿por dónde va a pasar el metro?”), y de utopía y lúdica (“ciudades imaginadas”, “derivas urbanas por el Barrio Santa Fe”); pero no se hace crítica, al menos a casos concretos, a esos edificios que día a día ocupan más espacio y donde, a diferencia de una crítica que ha preferido el mutismo, sus progenitores si se atreven a jugar con las palabras; aunque lo hacen de manera descarada, cuando tumban un árbol de un antejardín usan el nombre del ejemplar de la especie arrasada para darle nombre a toda una serie de edificaciones estrechas que incrustan en ese mismo terreno: El Nogal I, El Nogal IV, El Nogal XXIII.

No, Giovanni Vargas no es crítico de arquitectura, es tan sólo un artista que ha hecho una serie de obras sobre esos desastres de la guerra de la finca raíz y, por ejemplo, hace silueteables en papel donde invita a repasar con furia tensa el croquis de esas infames construcciones; aunque uno quisiera que él fuera un arquitecto, o al menos un crítico de arquitectura, y que pudiera darle adjetivación pública por escrito a todas esas edificaciones mediocres, y ver si el escaso valor arquitectónico que tienen para la crítica afecta en algo su precio; un último deseo sería pedir que todos los arquitectos que construyen esos edificios dejaran de hacerlo y dedicaran sus energías creativas a la pintura, al video, al performance, a la multimedia, a la acuarela, y expusieran sus adefesios en la inocua esfera pública del arte, en exposiciones temporales, efímeras, donde sólo los vea un curador o un curador urbano (una profesión lucrativa pero aún más impotente). Hay maneras de soportar el mal arte, de hacerlo llevadero, de ignorarlo, pero la arquitectura se vive día a día, y si es pésima se sufre y hace de la vida algo miserable.

Una realidad: luego del gran temblor que destruirá Bogotá, la ciudad tendrá una nueva oportunidad para el ejercicio de la arquitectura, de la curaduría urbana, del urbanismo, de la crítica, por ahora hay que esperar, cada uno metido en su hueco.

—Lucas Ospina


Benjamin Barney: el arte contemporáneo ha dejado de ser sólamente arte

Juan Luís Rodríguez ha propiciado un diálogo sobre la arquitectura colombiana que nos muestra que los intereses de ésta siguen siendo los mismos que están reivindicando para sí mismas el resto de las artes en Colombia. Propone llevar el debate actual a la arquitectura a un ámbito más amplio para fortalecer más a uno y otras. Rodríguez sabe que una actividad sin debate es una actividad sin reflexión, y que por lo tanto, no existe. Es saludable para las artes en Colombia que cada una vuelva a saber qué están haciendo y reflexionando las otras; esta es la única de manera fortalecer, empoderar, como a los gestores les gusta repetir, un discurso autónomo que legitime la práctica de las artes en nuestro país y ante la opinión pública.

Dos tesis de Benjamín Barney llaman mi atención. 1) El arte ya no es solamente arte. 2) Los disgustos surgen por los gustos. La primera tesis refuta una creencia arraigada en el pensamiento del arte moderno. La segunda desmiente una creencia popular muy arraigada en nuestra cultura. En efecto, el arte de nuestros días ha asumido responsabilidades desde que se vio asediado por la sociedad del espectáculo, la mediática especialmente. Barney todavía llama funciones a estas responsabilidades. Considero que esta última denominación muestra con mayor claridad el lugar de las artes en las sociedades contemporáneas. Ser mayor edad, no es solamente atreverse a pensar: también es asumir responsabilidades. Parece que este sentimiento es lo que caracteriza al arte contemporáneo. El arte como arquitectura no es sólo una máquina para habitar, habla del mundo, de esa ficción real que es la igualdad y la libertad. Las funciones describen el comportamiento de las máquinas, sirven para medir su eficiencia y eficacia. (Esta es la razón principal para que la creación no sea reconocida como función universitaria en la Universidad Colombiana. Los maestros universitarios consideran que su asunto es la investigación formal y en menor grado la creación. De otro modo perderían sus trabajos. La investigación sí es función universitaria.)

Barney ha recordado que cuando comprendemos el arte como asunto de gusto, esto sólo acarrea disgustos, porque una discusión que puede esclarecer una inquietud legítima mediante razones, como la que él mismo planeta y argumenta, tiende a pervertirse en un asunto de celos personales y profesionales, que no merece ninguna consideración pública. La responsabilidad que ejercen las artes mediante sus actos creativos es, entonces, propiciar lugares que hagan visibles nuestros afectos, nuestras esperanzas de una sociedad mejor organizada, más justa; su deber (responsabilidad), es modelar las maneras de ser que hagan real esa humanidad que desde Platón hemos tratado de pensar y consolidar. En efecto, las maneras de ser son maneras de habitar, ésto es algo que tienen claro los artistas plásticos, pero en especial los arquitectos.

Coincido con Barney en sus dos tesis, no obstante, lejos estoy de compartir sus temores. Si es verdad que los premios en las bienales determinan las maneras de pensar el arte, la formación en artes dota al artista de los criterios que le permiten elegir con rectitud y delicadeza los elementos plásticos y conceptuales puestos a su consideración. La formación profesional en las artes se centra permanentemente en aprender a elegir con propiedad. No estoy diciendo que el estudiante aprende de su maestro, digo que uno y otro aprenden en esa conversación que es el proceso pedagógico de las escuelas.

Algo parecido a lo que plantea Barney acontece en Documenta y con la Bienal de Venecia; no obstante, los artistas plásticos no temen su influencia, al contrario la buscan para hacerle frente; el artista muestra todo su vigor cuando puede capotear con éxito y elegancia las influencias que permanentemente lo agobian, la voluntad de dominio que caracterizan al hombre y a la mujer. Es cierto que algunos artistas pierden el juicio, en menor grado los jóvenes, ante la presión de las influencias, y que sucumben ingenua y torpemente ante lo más superficial de ellas. A pesar de esto la crítica no debe ser paternalista, no debe estar preocupada por cada paso en falso que los artistas puedan dar. Los artistas vigorosos, a nuestro pesar, aprenden y se enriquecen con sus errores; sus fracasos son fuente de conocimientos no sólo para ellos sino para la sociedad en su conjunto. Si al crítico le cupiera hablar del fracaso, sería para elogiarlo. Los curadores deberían pensar un proyecto que hiciera un elogio del fracaso. No creo que sea éste el caso de la Biblioteca Parque España, tampoco creo que Barney lo considere así.

Ahora, ¿qué temores estamos manifestando cuando nos molestamos ante el reconocimiento de nuestro talento? ¿Sospechamos que algo se fragua en nuestra contra? Considero que las paranoias de la identidad deben manejarse razonablemente. ¿Por qué temer a las influencias? La identidad del artista contemporáneo la constituye la siguiente pregunta: ¿a quién beneficia el cultivo de esa imagen de mundo que me alberga y que la sociedad en su conjunto manipulada mediáticamente no quiere que sea modificada? La respuesta que dé el artista determinará la construcción de su pensamiento.

¿Por qué nos suscita tanto horror la moda? Baudelaire nos persuadió de que lo bello eterno no es nada sin la transitoriedad de la moda, le abrió horizontes alternativos a una época que estaba atrapada en sus discursos esencialistas. Baudelaire, que algo sabía de arte y poesía, consideraba que la moda tiene un gran mérito: el descaro de su superficialidad, muchas veces vulgar, interpela las seguridades en que se ancla lo bello eterno. La moda tiene la propiedad de probar la actualidad de lo eterno, su relevancia; sus interpelaciones tienen como propósito establecer qué tan seguro se encuentra en sus fundamentos. Si lo bello eterno no es capaz de resistir los retos y hasta las burlas que le plantea la moda, no merece nuestra consideración. La moda tiene la virtud de afianzarnos en lo que perdura a pesar de la moda, en lo que mejora nuestro habitar el mundo en nuestra tierra. A Doris Salcedo también se la ha criticado; sus críticos consideran que ha sucumbido ante la moda de expresar dolor estético por el otro, consideran que su dolor es dolor interesado en sí misma. Ésta es la sospecha de sus críticos: que no ha sabido capotear con éxito los intereses de la moda, es decir, los del mercado. ¿Algo similar sospechan los críticos de Giancarlo Mazzanti?

He dicho que concuerdo en que el arte no es sólo arte; no obstante, el arte no puede pretender ser la solución a las injusticias que pueda padecer nuestra comunidad. El artista cumple con sus responsabilidades, al llamar nuestra atención hacia las perversiones sociales; llama la atención porque su lenguaje está fuera del lenguaje ordinario, el prosaico, el que nos encarcela en nuestros prejuicios. Nos corresponde a nosotros continuar pensando lo que ha vislumbrado el artista. Hacer esto ya le significa un gran esfuerzo por las condiciones materiales hostiles en que surge su pensamiento. La sociedad no perdona que los artistas no elogien la mediocridad. Somos nosotros quienes debemos asumir las responsabilidades no cumplidas por la sociedad en su conjunto y que han sido evidenciadas mediante el lenguaje plástico, poético. El artista que no es sólo artista nos pone a pensar. Es en este sentido que el arte contemporáneo no es sólo arte: es en lo fundamental pensamiento.

Comparto la idea de Barney de que la reflexión es consustancial a la democracia. Por supuesto, democracia es cultura. No hay democracia sin cultura; si hombres y mujeres no nos atrevemos a pensar, si no nos arriesgamos a que nuestras convicciones sean modificadas, si no aprendemos a comunicar razonablemente nuestras ideas, si no estamos dispuestos a reconocer que podemos estar equivocados en nuestros juicios y sólo estamos obcecados en imponérselos a los demás, sin estas condiciones, digo, no puede haber cultura, por lo tanto, tampoco democracia. El arte contemporáneo no es sólo arte, es el testimonio de que las sociedades cambian permanentemente por acción del pensamiento. No perdamos la esperanza de que la Biblioteca Parque España logre trasformar el entorno de pobreza material que la rodea, por supuesto, para que sus habitantes, todos nosotros, seamos más iguales y más libres.

Benjamín, entiendo que la pedantería del jurado en el uso del lenguaje puede llevar al traste las virtudes del proyecto en cuestión, –que pueda predisponernos en contra de él. No obstante, ¿el palo que se merece el lenguaje pedante de los jurados debe aplicársele implacablemente a la construcción que pretende destacar? Su sospecha es legítima: ha evidenciado una inadecuación entre la escritura artística y la escritura prosaica que pretende dar cuenta de ella, en perjuicio de la primera.

Jorge Peñuela


debate a la arquitectura actual en Colombia

Hola Jorge,

El asunto es que la arquitectura no solo es arte, como lo dijo Loos, o al menos no solamente lo es, como tanto insistió Salmona.

Por eso su contextualidad es tan importante como su «significado», su funcionalidad como su sostenibilidad (los edificios no bioclimáticos son de los mayores responsables de los gases efecto invernadero) y su confort como su seguridad (son los que matan y no los incendios, terremotos y huracanes). Además deben ser renovables pues son muy costosos y además pasan a ser parte de la memoria colectiva de una ciudad.

Le incluyo mi síntesis sobre el debate que suscitó el premio, que es lo importante, en lo que estamos de acuerdo.

Benjamín

DEBATE A LA ARQUITECTURA ACTUAL EN COLOMBIA

Los premios suelen suscitar opiniones encontradas pero cuando alguno es muy cuestionable deja en evidencia a los que creen equivocadamente que entre gustos no hay disgustos. Como esos periodistas de farándula que aplaudieron la Biblioteca de Santo Domingo en Medellín, Colombia, sin conocerla ni enterarse de sus inconvenientes, solo porque ganó recientemente en Portugal la VI Bienal Iberoamericana de Arquitectura y fue inaugurada por Sus Majestades, lo que consideran un honor para el país. Pero que apenas dicen de su arquitectura que es de «meteoritos» y de su autor que es «costeño». O como esos arquitectos necesitados del elogio mutuo que corrieron a consagrarla como la nueva arquitectura colombiana deseando que, muerto el arquitecto Rogelio Salmona, pues a rey muerto rey puesto. Menos mal que este premio, interesado mas que interesante, sirvió al menos para iniciar un debate público sobre esa arquitectura espectáculo que en Colombia apenas se inicia, mientras en Europa está llamada a su desaparición «para formar parte de la historia» como lo cree, entre otros, Arturo G. de Terán (El arte en la arquitectura de hoy hacia mañana, 2008).

El hecho es que, desde nuestra «Independencia», hace dos siglos, casi todo nos llega tarde y de afuera. Jurados, desconocidos para muchos en Colombia, premian allá, en Lisboa, lo que no todos ellos conocen, aquí, en Medellín, basándose solo en unos pocos planos y fotografías, la mayoría de volúmenes, como lamentablemente pasa en nuestras bienales. Premios que luego influyen en lo que hacemos en el país. No importa que el «exteriorismo» actual, como lo llama Jaime Sarmiento (La arquitectura de moda, 2006), no considere nuestra realidad. Como esa presumida biblioteca de Giancarlo Mazzanti en Medellín, que ignora la barriada pobre en que está y su escaso espacio urbano público, con su equivoco significado, dudosa bioclimatización, carencia de confort, funcionalidad, facilidad de mantenimiento y seguridad, e imposibilidad de flexibilidad, adaptabilidad y reciclaje. Arquitectura efectista que no es el camino en el trópico hispanoamericano, como tampoco lo es en Europa la Casa de la Música de Porto, de Rem Koolhaas, uno de sus referentes, la que tampoco es allá la nueva arquitectura portuguesa sino apenas un ruidoso gesto de nuevo ricos en esa bella ciudad, amen del pésimo ejemplo de que parte de su espacio construido no se puede usar -ni ver- y sus escaleras y salidas son una trampa en una emergencia.

La buena arquitectura no se puede globalizar pero, paradójicamente, su frivolidad actual se da cuando el avance constructivo y la proliferación de nuevos materiales por todo el mundo, hicieron posible para los arquitectos el paradigma de Marcel Duchamp, en el sentido de que es la voluntad del artista lo que vuelve arte cualquier cosa, como su famoso orinal, que dio inició al arte conceptual. Por eso dice Ernest Gombrich que el arte no existe, sino solo los artistas que proponen nuevos problemas artísticos o los desarrollan. Pero muchos de ellos, en el afán del cambio generacional, del que también él habla (Historia del Arte,1949), lo tomaron literalmente pese a que con apenas proponérselo no basta, como resultó evidente con la crisis actual del arte. Y desde luego mucho menos en arquitectura pues, como insistió tanto Salmona, no solo es arte, sino también función y técnica. Por supuesto esto tiene graves consecuencias pues estamos dañando nuestras ciudades con los edificios triviales, impertinentes y trasnochados que, en general, estamos hoy haciendo.

Pero solo con una crítica, teoría e historia serias se dará un debate culto y amplio; y de ahí fructífero. La democracia verdadera es sobre todo cultural y no apenas política. Es la que permite que los ciudadanos convivan pacifica y estimulantemente al acceder a sus ciudades en tanto que obras de arte colectivo. Por eso es necesario continuar con el debate público sobre esa arquitectura espectáculo cuya moda que nos llega con los premios, las bienales y las revistas. Un debate que nos tendría que interesar a todos y no apenas a los arquitectos y que por eso debe ser público. En consecuencia, es pertinente analizar el Acta de la VI Bienal Iberoamericana de Arquitectura. Dicenen ella los arquitectos Antonio Toca de México, Ricardo Carvalho de Portugal, Rosa Grena Kliass de Brasil, Beth Galí y Juan Miguel Hernández de España, y Nelson Inda de Uruguay, para «justificar» el premio ala mencionada biblioteca de Medellín, que:

«El Parque y Biblioteca España es una obra de profunda significación cultural, merecedora del Premio en cuanto conjuga con calidad superior todos los aspectos que el Jurado consideró a los efectos de su valoración, destacándola del conjunto de Obras Seleccionadas. El Parque y Biblioteca España es la respuesta arquitectónica a un programa que relaciona múltiples servicios culturales en la atención a un área de la Ciudad de Medellín especialmente conflictiva.

El planteo espacial, formal, funcional y de relación con el paisaje, se justifica y explica en la memoria presentada por los autores: «.más que un edificio se propone la construcción de una geografía operativa. Un edificio-paisaje que redefine y tridimensionaliza la estructura plegada de las montanas como forma y espacio.»

La volumetría simple y variada, unitaria y diversa, real y virtual, comunica con acierto evidente una propuesta «naturalmente artificial» en un área marcada por la carencia material, la desintegración social y el vacío cultural. Como respuesta a un programa de Inclusión Social el Parque y Biblioteca España cumple cabalmente con su cometido, en cuanto permite desarrollar las posibilidades de encontrar, por parte de la población servida, las bases de identidad enraizadora con el sitio e integradora en lo social que le permita proyectarse en el tiempo.

Por otra parte, no son menores los valores del espacio interior con una propuesta de extrema sobriedad en los recursos y neutralidad en los acentos físicos.»

Aparte de la lamentable redacción del acta, como lo ha señalado el profesor Germán Téllez, ¿cuáles son los aspectos que el Jurado consideró? Muy cómodo para ellos que parte de la memoria del proyecto pase a ser una porción del acta y que la escueta descripción del programa reemplace su razonamiento. Por que ¿qué es eso de geografía operativa, edificio-paisaje, tridimencionalizar o cual estructura plegada? ¿Qué lo de «natural artificial»? Y desde luego la volumetría de la biblioteca no es simple, unitaria, ni virtual, ni sus espacios interiores son sobrios ni neutros. Todo lo contrario y, naturalmente, son artificiales, como lo es en esencia la arquitectura. Por lo demás, queda la impresión de que el Jurado no constató en Medellín que el Parque Biblioteca España, como llaman a la biblioteca, cumpla cabalmente con su cometido, y por supuesto es demasiado pronto para asegurarlo como si nada. Y hablando de parques ¿cuál fue el que vieron?

Los arquitectos, en la medida en que intervenimos en ciudades que son de todos, y tan de antes como de ahora, tenemos que aprender a concentrarnos en lo razonable de las criticas que suscitan nuestros edificios, mas que en los supuestos motivos personales de los críticos. A argumentar mas que vilipendiar. Si no tenemos temor a que se construya todo lo que diseñamos, mucho menos lo deberíamos tener a que se lo discuta públicamente. Debate indispensable para poder crear ese útil «trasfondo meditativo» del que habla Milan Kundera (François Ricard: La littérature contre elle-mème, 1990). Reflexiones que nos permitirían desarrollar una teoría convincente que evite que nos volvamos arbitrarios o repetitivos (Hanno-Walter Kruft: Historia de la teoría de la arquitectura, 1990), y a entender y aclimatar el simple gusto propio tornándolo complejo, pertinente, colectivo y responsable. Ético, en una palabra, y no apenas estético.

Si bien hay muchas funciones nuevas y la arquitectura ahora cuenta con un gran avance técnico, sus formas no permiten casi nada totalmente nuevo; solo unos pocos sólidos platónicos, y sus espacios correspondientes, pero sí muchas derivaciones y combinaciones. Por eso los arquitectos prudentes no caen en la simple «imitación servil de un estilo»(DRAE), si no que simplemente roban, como dijo T. S. Eliot de los poetas maduros. Reinterpretan ideas, que suelen venir de muy atrás, y las desarrollan creativamente. Las leyes que vuelven efectivo lo que consideramos no convencional, basadas en la psicología elemental, son eternas, y de ahí que lo extraordinario se desprenda de lo ordinario (Robert Greene: Las 33 estrategias de la guerra, 2007). La arquitectura sigue siendo la concepción poética, técnica y económica de ambientes útiles y entrañables para la vida. Que se ven, oyen, tocan, huelen y sienten, en espacios interiores, que son su esencia, y que emocionan al recorrerlos (Bruno Zevi: Architectura in nuce, 1964), pero que se modelan para definir espacios urbanos, discretos o monumentales según lo demande cada caso. Y hoy, además, deben ser sostenibles, funcionales, confortables, seguros y reciclables.

Lamentablemente nuestra profesión, pese a que cada vez interviene mas en nuestras ciudades, ha perdido el estatus social que tuvo, es cada vez menos respetada y se la confunde frívolamente con el «exteriorismo», la decoración o el diseño. En buena parte porque la divulgación y crítica de nuestra arquitectura no ha sido sistemática ni continua. Hoy nuestros debates gremiales carecen de sindéresis; esa discreción y capacidad natural para juzgar rectamente. La crítica, basada en una competencia y pertinencia comprobables, relacionaría y enriquecería los datos suministrados por la historia para crear una perspectiva teórica que nos facilitaría transformar nuestras ciudades. Pues de eso es que se trata, nada menos, y de ahí la importancia de un debate que por eso mismo debería ser permanente y público. Y es por eso, tambien, que nuestras bienales tendrían que ser muestras razonadas de la arquitectura que se está haciendo en el país o Ibero América, mas que meros concursos irresponsables de elogios o exclusiones mutuos, que es en lo que lamentablemente se volvieron en los últimos años.

Benjamín Barney Caldas

Nota:

Este texto esta basado en los publicados en la columna ¿Ciudad? de El País de Cali, del 8 y15 de Mayo y 5 de Junio, de 2008.


Gloria Zea: una vida dedicada al arte

La Directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá nos habla sobre el aniversario del Mambo(sic).


Canción de cuna

Si el debate actual no es de marca y si los legos en el asunto podemos participar, me permito hace algunos comentarios al respecto. Los debates que suscitan los premios son su principal mérito, es una oportunidad para revitalizar nuestras creencias sobre las artes, ya sea para afirmarlas o para negarlas; en este sentido, son saludables, por lo tanto, deseables. ¿Qué hacer con el paisaje, con la naturaleza, con la vida privada, con el espacio público, con la vida cotidiana? ¿Los transformamos negándolos? ¿Los potenciamos afirmándolos? ¿Los enriquecemos complementándolos? ¿Los vivificamos interpelándolos? Para cualquier solución aparecerá, tarde o temprano, un contradictor que la hará parecer innecesaria, fea. Nada más innecesario a nuestros ojos que la pirámide de Keops; nada más vergonzoso que este monumento a la crueldad, a la megalomanía del hombre.

El debate actual sobre el premio iberoamericano de arquitectura parece ser un cuestionamiento de los criterios que orientaron el veredicto del jurado. Willy Drews considera que la arquitectura debe tener apellido, ser buena o mala; –ha planteado que es necesario hacer mayor énfasis en la buena arquitectura, y no tanto en la arquitectura. En su opinión, la buena arquitectura es bella; es aquélla que mejorará interiormente con los años; la misma que sabe aprovechar la tecnología de la época; la que tiene la fuerza suficiente para resistirse a las banalidades de la moda; principalmente, es aquella que propicia afectos en una comunidad de habla. Ideas todas muy razonables, así nos parezcan austeras. No obstante, Drews sugiere que el proyecto en cuestión podría no mejorar con los años o que será incapaz de propiciar afectos de comunidad; finalmente, esta última condición es la más relevante para cualquier proyecto en artes, pues, en ella resumimos lo que significa habitar.

Del otro lado del Atlántico, los convocantes del premio consideran que los arquitectos nominados, fueron aquellos que mediante sus proyectos mostraron una preocupación por el futuro, no de una comunidad, sino el de muchas comunidades; que fueron quienes le replantearon a una comunidad en particular su modo de habitar en el mundo; los que le recordaron, para que no lo volviéramos a olvidar, que los hombres y las mujeres de nuestros días hacemos parte de dos entidades que nos reclaman con igual legitimidad: la tierra y el mundo. El lema propuesto previamente a los arquitectos iberoamericanos fue: habitar el territorio, desde la tierra y el mundo. Parece un heideggerismo, pero no hay tal, es mucho más interesante.

Da la impresión de que los parámetros de juicio que plantea Drews y los que piensan los convocantes del premio son diferentes. A Drews le interesa rescatar la belleza de la tierra, a los últimos les importa además el mundo. Cabe preguntar a uno y otros: ¿nuestro destino lo determina la tierra como creen las comunidades feudales o lo determina el mundo como comenzamos a creer desde la Modernidad? ¿Debemos habitar mirándonos hacia dentro o proyectando el pensamiento hacia fuera? ¿Podemos conciliar estos dos intereses? Sin duda este es un reto para las arquitecturas del futuro, una de las artes encargadas de modelar la sensibilidad humana.

La pregunta que con seguridad se planteó el jurado fue si los proyectos puestos a su consideración satisfacían las inquietudes filosóficas de los convocantes sobre habitar la tierra y el mundo. Ahora, si habitar son muchas maneras de comprendernos en el mundo, deberíamos dejar de lado la manía de sustancializar las prácticas de las artes, curarnos de nuestra voluntad de dominio, de la compulsión de ponerle nombre y doble apellido a todo. Polemizar en torno a si un proyecto es buena arquitectura o no, no conduce a nada, pues, las discusiones sobre lo bueno nunca han llegado a buen término en las sociedades multiculturales de nuestros días. Si en el pasado tuvieron éxito fue porque lo bueno contaba con ejércitos de mercenarios a su disposición. La reflexión sobre las artes contemporáneas debe olvidar sus viejas, buenas y bellas canciones de cuna.

Jorge Peñuela


bienal interamericana de arte inofensivo

Hoy 24 de junio de 2008, acabo de recibir por correo la convocatoria a la » IV Bienal Interamericana de Videoarte», a celebrarse en diciembre de 2008 en la Galería de Arte del Centro Cultural del BID, en Washington, D.C.

Lo que más llama la atención, de esta convocatoria, es uno de los requisitos que dice lo siguiente: «El contenido del vídeo no puede ser ofensivo para ningún gobierno, individuo o grupo particular. El jurado podrá descalificar cualquier vídeo considerado ofensivo». Este requisito, causa de inmediato una molestia no sólo por la manera como está enunciado sino, por su contenido mismo. Escrito de la misma manera negativa que los mandamientos, como un dictado del superyó: no robarás, no matarás, puede leerse de manera afirmativa así: el contenido del vídeo debe ser inofensivo; si cumple esta condición no será ofensivo para nadie. De todos modos, si por alguna circunstancia,- a pesar del esfuerzo de los artistas por realizar un video-arte ajustado a esta particular categoría estética del video-arte inofensivo- se llegare a introducir un elemento ofensivo, para eso habrá un jurado que, en representación de cualquier gobierno, individuo, o grupo en particular, podrá descalificarlo.

Uno se pregunta si, en un sentido estricto, puede haber un video-arte que cumpla con esta desbordada exigencia, debido a que casi cualquier cosa puede resultar de algún modo ofensiva para alguien, no tanto por la cosa misma sino por la disposición particular de la persona, el gobierno o el grupo. De la misma manera que el arte de vanguardia resultaba ofensivo para cierta burguesía, un vídeo con una imagen del rey Juan Carlos de España puede resultar ofensivo para el presidente Hugo Chavez, así como un vídeo de Wilson Díaz resultó ofensivo para los defensores de la imagen positiva del país, o un video de José Alejandro Restrepo puede resultar ofensivo para el pastor evangélico Enrique Gómez.

Además, no deja de preocupar que este requisito, dado que viene prescrito desde el Banco Interamericano de Desarrollo, sea rápidamente copiado por instituciones culturales de nuestro país, y que la nueva categoría del arte inofensivo se expanda por doquier como política pública no sólo del video-arte sino de todas las manifestaciones artísticas. El arte inofensivo no puede ser otra cosa que un arte ultra-oficial, que haya pasado por diversos niveles de censura, blanqueamiento y expurgación, (¿museificación?) hasta ser convertido en un perrito faldero, testigo mudo de la historia y de la suspensión política y económica de la estética en general y de la ética de los artistas en particular. No obstante lo anterior, quizá haya que terminar por invitar a los videastas colombianos a participar en esta convocatoria, no sólo por los premios, que dan fe de la generosidad del BID, y ante todo para no correr el riesgo de que esa institución promotora de «desarrollo» pueda resultar ofendida.

Pedro Pablo Gómez

convocatoria >
http://www.iadb.org/exr/cultural/III/read_more.cfm?language=spanish